Salud

ALV: un mal pediátrico poco difundido y en crecimiento

25/12/2006
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a experiencia indica que la alergia a la proteína de leche de vaca (ALV) comenzó a reverberar cuando las leches enlatadas, conocidas como "maternizadas", se impusieron en forma masiva en los mercados de consumo. La enfermedad afecta al dos y medio por ciento de los niños menores de un año, con dolorosos síntomas, que pueden afectar seriamente la calidad de vida del bebé y de sus padres.

Los avatares de la industrialización trajeron aparejado en el mundo un sinfín de inconvenientes en las nuevas poblaciones que se organizan y se sumergen en mercados de consumo. Una de las consecuencias de este trascendental periodo de la humanidad es la proliferación del ALV (alergia a la proteína de la leche de vaca) que, se sabe, afecta al dos y medio por ciento de los niños lactantes menores de un año, cifra que "para la medicina es muy alta", según indicó Patricio Kenny, gastroenterólogo pediatra del Hospital Británico de Buenos Aires.
La experiencia demuestra que este mal comenzó a reverberar cuando las leches enlatadas, conocidas como "maternizadas", se impusieron en forma masiva en los mercados de consumo. En los años 60 y como una estrategia claramente impulsada por los laboratorios, a través de sus visitadores médicos, invadieron los hospitales y maternidades con publicidades y cartelerías llamativas donde no faltaba la imagen de un tierno bebé rubio, regordete y de mirar azulado.
La aceptación del producto resultó un éxito frente a las exigencias de las madres que en esa época comenzaban a asumir responsabilidades laborales fuera del hogar, o quizás por la simple comodidad propia de la mujer moderna. En gran parte optaban por sustituir el calor del amamantamiento por biberones preparados con sustancias que, casi mágicamente, sólo requerían combinarse con poco de agua caliente.
Lo cierto es que este tipo de alergia, en general, aparece durante los primeros seis meses de vida, cuando el chico comienza a ingerir estos productos elaboradas con proteína animal que resultan extraños al sistema inmunológico del recién nacido.
Sin embargo –aunque en menor medida– el niño exclusivamente alimentado a pecho también puede recibir la proteína a través de la leche de la madre, si ésta consumiera lácteos en cantidades significativas. El médico experto y consultor en lactancia materna desde 1973, Carlos Beccar Varela, señaló a el diario del Fin del Mundo que "el amamantamiento previene la alergia a la leche de vaca siempre que la madre no haya ingerido lácteos ni durante el embarazo ni durante todo el primer año de vida de su bebé". Si bien estos casos son los menos habituales, de ningún modo la mujer podría descuidar el aporte de calcio en su dieta diaria.

Experiencia

La ALV constituye un problema complejo que puede afectar seriamente la calidad de vida tanto del menor como de sus padres, quienes deben extremar los cuidados en su alimentación. "Nahuel no paraba de llorar, y por momentos la situación era desesperante, porque no podíamos entender qué le pasaba", relató Silvia, quien es madre de un chico de 10 meses que tuvo que padecer los dolorosos síntomas de la alergia. En general éstos se presentan hasta los doce meses, aunque la intolerancia puede extenderse hasta los tres años.
Los indicios son inespecíficos: la criatura se muestra irritable, con cólicos, crisis de llantos incontrolables, vómitos, rechazo de alimento, pérdida de peso, diarreas con moco y sangre como consecuencia de inflamaciones del intestino grueso. Estos síntomas pueden confundirse con los de otras enfermedades típicas de la edad, lo que imposibilita, en gran medida, llegar a un diagnóstico médico certero, sobre todo para los pediatras que no cuentan con el entrenamiento necesario.
Está comprobado que la alergia a la leche bobina está íntimamente ligada con el denominado reflujo extraesofágico que puede producir ahogo y pausas respiratorias, cuadros que también son alarmantes para los padres. Origina que el contenido gástrico refluya hacia el esófago, produzca acidez y lesiones en esa zona del aparato digestivo del niñito.
Si bien casi todos los lactantes sufren en cierto grado el reflujo esofágico (el clásico vomito de leche cortada pestilente), el 43% de los diagnósticos con ALV hacen reflujos patológicos, que se presenta como acidez dañina, llamada sobreagregado de ERGE, que requiere un tratamiento distinto al de la alergia.

Tratamiento

El tratamiento del ALV es nada sencillo. Una vez que existe una sospecha, el médico elimina de la dieta la leche que causa la reacción, ya sean las sustancias preparadas o bien, en casos de niños únicamente amamantados, la madre deberá suspender rápidamente el consumo de lácteos y derivados.
Si se trata de pequeños que ya no toman pecho, o cuya demanda alimentaria ya excede la del pecho materno, se suministra leches formuladas cuyas proteínas han sido fragmentadas total o parcialmente, de modo que no provoquen alergia.
Hace 30 años que estos productos están presentes en el mercado, sobre todo, en países de primer mundo y tímidamente han llegado a América Latina. Los costos son elevadísimos y las obras sociales y prepagas en muchos casos se niegan a cubrir su provisión.
El diagnostico sólo se confirma mediante dietas de exclusión. Se elimina todo lácteo de la ingesta durante 10 ó 15 días, y se verifica si los síntomas desaparecen. Si éstos vuelven al incluirse los lácteos, es caso confirmado. Los pediatras insisten en que la comunidad debe estar informada sobre este mal pediátrico, puesto que sólo de este modo se podría actuar en forma inmediata para detectar los casos a tiempo y evitar el sufrimiento del bebé y su familia.
 

Advierten que es baja la cobertura social de los niños afectados por ALV

En el mercado argentino actualmente se encuentran disponibles algunas marcas de leches maternizadas que poseen los minerales y nutrientes necesarios para el desarrollo del bebé que sufre la alergia a la proteína de leche bobina. Sin embargo, el valor de estos productos importados está valuado a precio dólar y supera los noventa pesos por cada lata de 450 gramos. El precio es sumamente elevado para el bolsillo de cualquier consumidor, si se considera que el chico requiere varias latas por mes.
En el país está vigente la Ley 24455 con la cual se ha instituido el Plan Médico Obligatorio (PMO). Entre sus beneficios exige a todas las obras sociales y sistemas de medicina prepagas a cubrir los gastos de la leche medicamentosa durante el primer año de vida.
En la mayoría de los casos la cobertura es nula o se ofrecen productos alternativos que no son seguros. Por eso se registran numerosas denuncias ante la Justicia que advierten que esta falta puede representar un riego serio para el pequeño, por ser éste el único alimento apropiado para su subsistencia
Entre las marcas más comercializadas se encuentra la leche Nutrilón Pepti Junior, del laboratorio Nutricia–Bagó, que se lanzó al mercado en septiembre pasado, con una importante aceptación por su sabor agradable. Asimismo, la leche Neocate Uhs es totalmente hidrolizada; es decir que las proteínas de la leche vacuna están divididas en unidades mínimas, incluso en puros aminoácidos. Ésta es indicada en bebés que sufren de alergias fuertes, y la ración mensual ronda los 1200 dólares.
Otro producto, aunque parcialmente hidrolizado, es la leche Progestimil or Nutramigen que por ahora fue retirada del mercado. Ésta funciona en casi todos los casos, excepto en los más graves. Es la versión más económica (con un importe de 200/300 dólares por mes), aunque aún así continua fuera del alcance de la mayor parte de la población.
Lo que las madres y buena parte de los pediatras desconocen es que las leches no medicamentosas rotuladas "para bebés" que se consiguen en los supermercados son todas alérgicas. Desgraciadamente, las obras sociales y prepagas aprovechan la existencia de estas leches supuestamente inocuas para no tener que pagar por las fórmulas parcial o totalmente hidrolizadas, que son las únicas que soporta un bebé con ALV.

Posibles avances en materia de prevención

Los hijos de padres alérgicos presentan mayores riesgos de contraer una alergia a la leche vacuna. Por este motivo, especialistas advierten que antes del alumbramiento del bebé los neonatólogos deberían preparar a los progenitores ante la posible tendencia a desarrollar la enfermedad. Luego del nacimiento del niñito se aconseja que se debería evitar someterlo a la provisión temprana de esta proteína.
La carga genética heredada por la criatura es determinante, fundamentalmente si la madre tiene predisposición a algún tipo de reacción alérgica. Patricio Kenny señaló que se han realizado investigaciones para buscar anticuerpos en la sangre del cordón umbilical de los recién nacidos, que tiene el anticuerpo inmunoglubulina E. En los potencialmente alérgicos, suelen estar en mayor concentración, aunque esta teoría todavía no ha sido confirmada.