a experiencia indica que la alergia a la proteína de leche de vaca (ALV) comenzó a reverberar cuando las leches enlatadas, conocidas como "maternizadas", se impusieron en forma masiva en los mercados de consumo. La enfermedad afecta al dos y medio por ciento de los niños menores de un año, con dolorosos síntomas, que pueden afectar seriamente la calidad de vida del bebé y de sus padres.
Los avatares de la industrialización trajeron aparejado en el mundo un sinfín de inconvenientes en las nuevas poblaciones que se organizan y se sumergen en mercados de consumo. Una de las consecuencias de este trascendental periodo de la humanidad es la proliferación del ALV (alergia a la proteína de la leche de vaca) que, se sabe, afecta al dos y medio por ciento de los niños lactantes menores de un año, cifra que "para la medicina es muy alta", según indicó Patricio Kenny, gastroenterólogo pediatra del Hospital Británico de Buenos Aires.
La experiencia demuestra que este mal comenzó a reverberar cuando las leches enlatadas, conocidas como "maternizadas", se impusieron en forma masiva en los mercados de consumo. En los años 60 y como una estrategia claramente impulsada por los laboratorios, a través de sus visitadores médicos, invadieron los hospitales y maternidades con publicidades y cartelerías llamativas donde no faltaba la imagen de un tierno bebé rubio, regordete y de mirar azulado.
La aceptación del producto resultó un éxito frente a las exigencias de las madres que en esa época comenzaban a asumir responsabilidades laborales fuera del hogar, o quizás por la simple comodidad propia de la mujer moderna. En gran parte optaban por sustituir el calor del amamantamiento por biberones preparados con sustancias que, casi mágicamente, sólo requerían combinarse con poco de agua caliente.
Lo cierto es que este tipo de alergia, en general, aparece durante los primeros seis meses de vida, cuando el chico comienza a ingerir estos productos elaboradas con proteína animal que resultan extraños al sistema inmunológico del recién nacido.
Sin embargo –aunque en menor medida– el niño exclusivamente alimentado a pecho también puede recibir la proteína a través de la leche de la madre, si ésta consumiera lácteos en cantidades significativas. El médico experto y consultor en lactancia materna desde 1973, Carlos Beccar Varela, señaló a el diario del Fin del Mundo que "el amamantamiento previene la alergia a la leche de vaca siempre que la madre no haya ingerido lácteos ni durante el embarazo ni durante todo el primer año de vida de su bebé". Si bien estos casos son los menos habituales, de ningún modo la mujer podría descuidar el aporte de calcio en su dieta diaria.
Experiencia
La ALV constituye un problema complejo que puede afectar seriamente la calidad de vida tanto del menor como de sus padres, quienes deben extremar los cuidados en su alimentación. "Nahuel no paraba de llorar, y por momentos la situación era desesperante, porque no podíamos entender qué le pasaba", relató Silvia, quien es madre de un chico de 10 meses que tuvo que padecer los dolorosos síntomas de la alergia. En general éstos se presentan hasta los doce meses, aunque la intolerancia puede extenderse hasta los tres años.
Los indicios son inespecíficos: la criatura se muestra irritable, con cólicos, crisis de llantos incontrolables, vómitos, rechazo de alimento, pérdida de peso, diarreas con moco y sangre como consecuencia de inflamaciones del intestino grueso. Estos síntomas pueden confundirse con los de otras enfermedades típicas de la edad, lo que imposibilita, en gran medida, llegar a un diagnóstico médico certero, sobre todo para los pediatras que no cuentan con el entrenamiento necesario.
Está comprobado que la alergia a la leche bobina está íntimamente ligada con el denominado reflujo extraesofágico que puede producir ahogo y pausas respiratorias, cuadros que también son alarmantes para los padres. Origina que el contenido gástrico refluya hacia el esófago, produzca acidez y lesiones en esa zona del aparato digestivo del niñito.
Si bien casi todos los lactantes sufren en cierto grado el reflujo esofágico (el clásico vomito de leche cortada pestilente), el 43% de los diagnósticos con ALV hacen reflujos patológicos, que se presenta como acidez dañina, llamada sobreagregado de ERGE, que requiere un tratamiento distinto al de la alergia.
Tratamiento
El tratamiento del ALV es nada sencillo. Una vez que existe una sospecha, el médico elimina de la dieta la leche que causa la reacción, ya sean las sustancias preparadas o bien, en casos de niños únicamente amamantados, la madre deberá suspender rápidamente el consumo de lácteos y derivados.
Si se trata de pequeños que ya no toman pecho, o cuya demanda alimentaria ya excede la del pecho materno, se suministra leches formuladas cuyas proteínas han sido fragmentadas total o parcialmente, de modo que no provoquen alergia.
Hace 30 años que estos productos están presentes en el mercado, sobre todo, en países de primer mundo y tímidamente han llegado a América Latina. Los costos son elevadísimos y las obras sociales y prepagas en muchos casos se niegan a cubrir su provisión.
El diagnostico sólo se confirma mediante dietas de exclusión. Se elimina todo lácteo de la ingesta durante 10 ó 15 días, y se verifica si los síntomas desaparecen. Si éstos vuelven al incluirse los lácteos, es caso confirmado. Los pediatras insisten en que la comunidad debe estar informada sobre este mal pediátrico, puesto que sólo de este modo se podría actuar en forma inmediata para detectar los casos a tiempo y evitar el sufrimiento del bebé y su familia.
Advierten que es baja la cobertura social de los niños afectados por ALV En el mercado argentino actualmente se encuentran disponibles algunas marcas de leches maternizadas que poseen los minerales y nutrientes necesarios para el desarrollo del bebé que sufre la alergia a la proteína de leche bobina. Sin embargo, el valor de estos productos importados está valuado a precio dólar y supera los noventa pesos por cada lata de 450 gramos. El precio es sumamente elevado para el bolsillo de cualquier consumidor, si se considera que el chico requiere varias latas por mes. |
Posibles avances en materia de prevención Los hijos de padres alérgicos presentan mayores riesgos de contraer una alergia a la leche vacuna. Por este motivo, especialistas advierten que antes del alumbramiento del bebé los neonatólogos deberían preparar a los progenitores ante la posible tendencia a desarrollar la enfermedad. Luego del nacimiento del niñito se aconseja que se debería evitar someterlo a la provisión temprana de esta proteína. |