Emotivo homenaje por el hundimiento del Crucero ARA General Belgrano
25 años del ataque ingles

Emotivo homenaje por el hundimiento del Crucero ARA General Belgrano

06/05/2007
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n emotivo homenaje se rindió en altamar a los 323 tripulantes que naufragaron y murieron con el hundimiento del Crucero Belgrano. El viernes pasado, a bordo del destructor Hércules, a 20 millas de la costa de la ciudad de Río Grande, los familiares y sobrevivientes del buque arrojaron rosas blancas con cada uno de los nombres de los argentinos que fallecieron tras el ataque del submarino inglés.
Alrededor de 160 familiares de los caídos y tripulantes del Crucero Belgrano que partieron desde las distintas provincias vía aérea a Ushuaia, el jueves pasado, y que luego embarcaron por la tarde en el Hércules navegaron rumbo al noreste de la ciudad de Río Grande, porque era más accesible para el traslado en helicóptero de las autoridades al siguiente día. 
La ceremonia la presidió la ministra Defensa, Nilda Garré (ver nota aparte), quien llegó acompañada del jefe del Estado Mayor, almirante Jorge Godoy, y fueron recibidos por el jefe del Área Naval Austral, contralmirante Guillermo Estévez. También se transportaron en helicópteros, minutos antes de las 13, el gobernador Hugo Cóccaro, el senador Mario Daniele, la diputada Patricia Vaca Narvaja y otro parlamentario nacional.
Mientras tanto, los familiares escribían cartas a sus seres queridos y arreglaban los ramos de flores que habían llevado y otras ofrendas que cuidaban celosamente. Primero fue una sensación cargada de sentimientos profundos y muchas expectativas. Luego, hubo dolor, tristeza y lágrimas por los que quedaron en el mar, nadie podía escapar de los sentimientos encontrados, se sentía y percibía a cada instante. Esas emociones se fueron transformando en serenidad y paz.
En la cubierta del Hércules, apoyadas sobre la baranda, había madres, hijos y tripulantes que con la cabeza gacha derramaban desconsoladamente sus lágrimas al mar. Los sobrevivientes intercambiaban miradas con sus camaradas y el mar, los recuerdos de aquel 2 de mayo de 1982 los envolvían en el dolor que corrían lágrimas y besando las rosas con el nombre de sus compañeros muertos arrojaron al mar.
Una madre, Mirta Noemí Roldan, arrojó las cenizas de su hija, quien le había pedido estar cerca de la tumba de su padre y "vine a cumplir el deseo de mi hija y reviví todo lo de mi marido, es muy triste todo... (no pudo continuar porque se quebró)". Su marido fue tripulante del Crucero, Matías Fleitas, murió en 1982 y su hija tenía seis años en aquel entonces. A los 31 años, la joven falleció por una infección en un riñón y quiso que sus cenizas estuvieran cerca donde murió su padre.
Por otra parte, Norma Cevallos, esposa de un tripulante, también llevó las cenizas de su marido, Bruno Inaudi, quien se había suicidado el 22 de agosto de 1997. "Él quería compartir con sus compañeros y siempre decía que la balsa se dio vuelta, que tendría que haberse quedado y quería estar con ellos. Vine a cumplir su voluntad y me siento en paz", relató al mujer a el diario del Fin del Mundo. La acompañó su hijo Carlos desde Punta Alta.
Los sollozos no cesaban y besando otra rosa estaba Susana Ortiz, una suboficial segunda de Comunicaciones de la Armada (La Plata), con su uniforme. Ella tenía ocho años cuando su papá falleció en el lugar del hundimiento del Belgrano, "este homenaje era una deuda pendiente porque también pertenezco a la Armada y estoy orgullosa de mi papá", respondió. "Me hubiese gustado que él me viera y me diera un beso", precisó y aclaró que era la primera vez que iba.
El personal del Hércules y las autoridades contenían a los familiares, un abrazo estrechó el capitán Mario Carranza a una señora mayor que lloraba sin consuelo. En otro sector el almirante Jorge Godoy se abrazaba con un tripulante que también estaba quebrado.
En otro sector estaba rindiendo homenaje a su papá Cecilia Baiud, que viajó desde Paraná, por primera vez estuvo en el mar que navegó y sepultó a su padre, Jorge Carlos Baiud. Besó la rosa y con su carta la arrojó al mar junto a sus lágrimas que caían. Su hermana Silvana había cedido el lugar porque Cecilia tenía tres años en 1982 y era la mayor, añoraba más el viaje, "era mi manera de despedirme y darle la sepultura que no pude darle, lo hice en nombre de toda mi familia. Vine a cerrar algo, esto fue muy fuerte, sobre todo ver a los sobrevivientes", explicó a el diario del Fin del Mundo.

Sobrevivientes

Luis Castaldo, de Ituzaingó, tenía 19 años cuando hacía el servicio militar y sobrevivió al ataque de los ingleses. Muy emocionado, contó que "nunca había podido llegar al lugar desde aquel 2 de mayo de 1982 y es una etapa importante en mi vida, siempre estuve esperando este momento". Se sintió reconfortado por compartir los profundos sentimientos con otros tripulantes que navegaron en el Crucero Belgrano.
Hubo varios testimonios de tripulantes y familiares, todos a  su modo haciendo su duelo en alta mar.
Una mamá, Beatriz de Azar, fue una de las últimas en retirarse de cubierta a pedido de los marinos: "Mi hijo tenía 16 años (Miguel Azar), era cocinero y es una profunda emoción que siento, aunque me sentí más acompañada con sus compañeros. Éste es el mejor homenaje, ya que no tengo ninguna sepultura".
Junto a los tripulantes que miraban fijo al mar y derramaban lágrimas estaba Héctor Bollo, quien estuvo en 1982 en el portaviones 25 de mayo y su hermano Juan Carlos estaba en el Crucero. "Estamos lejos del lugar del hundimiento, no sé cuál fue el motivo (de no estar cerca donde se hundió) pero vale el acto y que no se olviden lo que hicieron estos héroes, a ellos el mayor de mis respetos", expresó.
En tanto que Guillermo García, otro sobreviviente del Crucero, agradeció la atención de la dotación del Hércules porque "me hizo recordar cuando nos rescató el Piedra Buena, nos cedieron la cama, la comida". Asimismo, discrepó con el discurso (ver nota aparte) de la ministra Garré, porque "venía a un cementerio a ver a mis amigos caídos y me llevaron a escuchar a una ministra con frases hechas, hizo política y no era el momento adecuado".
Por su parte, otro tripulante, Rubén Otero, cuestionó el tinte político porque "está fuera de lugar. Vinimos a realizar homenaje a los 323 tripulantes, no venimos a hablar de política, el homenaje era para ellos, creo que se tergiversó con un discurso político, no era el momento ni el lugar". 
En tanto que la ministra Garré, tras arrojar una ofrenda floral, expresó que "siempre en estos actos de Malvinas es difícil no quebrarse porque fueron tantas vidas jóvenes que se perdieron con mucha dignidad, heroísmo, y uno siente un gran dolor y también por las secuelas de muchos sobrevivientes que no quedaron bien y que nuestra sociedad le dio la espalda durante mucho tiempo (...) A la vez, con páginas llenas de heroísmo (...)".