El carnaval

De fiesta pagana a festejo callejero

12/02/2009
A

febrero le faltan días, dos o tres. A febrero le sobran noches, actuales, modernas, medievales, antiguas. Febrero engendra oscuridades ruidosas que se estiran, que no quieren punto final. Y febrero, este mes festivo y burlón que los dioses expulsados eligen para ejercer su influencia, se expande y abarca otros meses, y el mundo entero. Hablamos, en el origen, del febrero de la parte norte del planeta, de un frío y penumbroso período con el punto más bajo del Sol en su trayectoria, un tiempo con la naturaleza adormecida. Este lapso que iba de diciembre a marzo generaba en muchos pueblos y culturas de la Antigüedad un mismo efecto: el estallido (ritualizado y mistificado con el correr del tiempo) para contrarrestar la quietud y así llamar la atención de los múltiples dioses. Que intervengan, que se acuerden, que traigan la luz otra vez, que se reanude el ciclo vital de los hombres, de los animales y las cosechas!
Ese grito, ese ritual, ese festejo, se fue haciendo eco de sí mismo en la historia humana, trasladando hasta nuestros tiempos una esencia que comparten las celebraciones en honor a los dioses Apis e Isis, hace 5000 años en Egipto; antes de la era cristiana las de griegos y romanos invocando a Dionisio y Baco; después las distintas variantes de los carnavales, carnestolendas, antruejos, que cruzaron continentes y pasaron de hemisferio, transformando colores y motivaciones del baile y el canto en forma de comparsas, murgas; fusionando, multiplicando y esparciendo la canción del negro y el blanco, del latino, el africano, el europeo al son de los tambores, platillos y redoblantes.

Los rasgos que permanecen

Los etnólogos coinciden en que el carnaval contiene elementos supervivientes de distintas fiestas y culturas antiguas, como la fiesta de invierno (Saturnalia), las celebraciones dionisíacas griegas y romanas (Bacanales), las fiestas andinas prehispánicas y las culturas afroamericanas. Algunos autores consideran evidente que estas sociedades, fuertemente estructuradas por el cristianismo, encontraban en las mascaradas rituales de raíz pagana y los bailes un punto de fuga contra la represión de la sexualidad y el severo dogma litúrgica de la iglesia.

El periodo multicolor

La celebración abarca desde finales de enero hasta principios de marzo, según el año. Hay algunos lugares en los que se celebra al terminar la epifanía el día 6 de enero. Y otros que tienen su propio calendario, como en la cuidad alemana de Colonia, donde se da por oficialmente inaugurada la temporada el mes 11, el día 11, a las 11 y 11 minutos. En algunos lugares de Francia y España se inicia el domingo de Quincuagésima (el domingo anterior al Miércoles de Ceniza, principio de la Cuaresma) y termina el Martes de Carnaval; en Italia y otros países mediterráneos comienza el jueves anterior, conocido como jueves graso (de carne).

Las variantes del bullicio callejero

El carnaval actual se festeja de muchas formas distintas en el mundo entero. Si bien trasciende desde hace años en infinidad de sentidos la intención cristiana de su creación o permisión, la época del año en que despierta se sigue asociando con los días previos a la cuaresma que practican los cristianos, periodo de recogimiento y meditación que sería la antítesis de estas festividades callejeras. En muchas zonas mantiene su sentido religioso, mezclando culturas y símbolos de cultos oficiales y no oficiales; y en una gran cantidad de las ciudades en que se desarrolla es uno de los motores principales de la maquinaria turística, y por esta misma energía el carnaval es alimentado y mantenido.
El carnaval se caracteriza por tomar las calles, invadirlas con instrumentos, cantos y disfraces, y prolongar una fiesta móvil en forma de desfile durante una serie de noches que se gastan intentando evitar el Sol. A pesar de las grandes diferencias que su celebración presenta en el globo, su característica común es la de ser un período de permisividad y descontrol.
Esta fiesta tuvo un gran renacimiento durante la Edad Media, al mismo tiempo que se afirmaba la dureza cuaresmal cristiana (ayuno y abstinencia). Alcanzó después gran valor artístico y aceptación social en Venecia y en los bailes de máscaras de Francia. Ahora tiene su mayor expresión popular y turística en el Carnaval de Río en Brasil; y versiones muy promocionadas y de distinto tono en otros países como Alemania, Bélgica, Bolivia, Colombia, España, México, Panamá, Perú, Uruguay y Argentina.

(En la edición de mañana: la llegada del dios Momo; murga y candombe; sonido y significado rioplatense con resonancia afroamericana.)