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legan a Ushuaia los dirigentes políticos confinados
Este día, a bordo del buque Chaco llegó a Ushuaia un contingente de dirigentes políticos radicales que el régimen de la "Década Infame" había dispuesto su confinamiento. Los políticos arribados se sumaron a los desterrados en años anteriores.
La condena se fundamentó en la realización, en la ciudad de Santa Fe, de una reunión no autorizada de convencionales radicales, donde se denunció al "régimen oligárquico y autoritario" y se hizo un llamado al electorado a no concurrir a votar en las elecciones próximas para "no prestarse al juego del fraude de las minorías privilegiadas".
Entre los confinados se encontraban Luis Cantilo, Mario Guido, Honorio Pueyrredón, Emir Mercader, Martín Yrigoyen y Ricardo Rojas. Quienes vivían libremente dentro de la ciudad y establecían buenas relaciones con las familias locales.
Rojas desplegó una intensa actividad literaria durante su ostracismo fueguino, al que calificó "de un estúpido cautiverio cuya duración no podía calcular". Ese estado de ánimo impulsó la idea de escribir un compendio sobre Tierra del Fuego al que llamó "Archipiélago".
Vivió la agonía de los indígenas fueguinos casi como una obsesión, reconstruyó la leyenda del pasado de la etnia selk'nam en la "La epopeya del Kuanip". Estudió a los últimos descendientes, sus costumbres y su lenguaje. El resultado de este trabajo fue el drama de "Ollantay", que fue publicado en 1939. Con respecto a este tema, Rojas afirma que "El exterminio del nativo es el punto doloroso de la historia fueguina y de allí arranca toda la iniquidad que ha sido, desde la llegada de la civilización, la obra del hombre blanco en esta isla trágica".
Otros confinados también dedicaron su tiempo a la literatura. El diputado socialista Manuel Ramírez escribió "Ushuaia. La ergástula del sur"; Salvador de Almenara publicó "Del Plata a Ushuaia" y prometió "Ushuaia. La ciudad maldita", un segundo tomo que no vio la luz; y Víctor J. Guillot escribió "Paralelo 55. Dietario de un confinado".
La presencia de numerosos dirigentes políticos coincidió con la época más negra en cuanto al trato dispensado a los presos. Así, las denuncias de autoritarismo y torturas a que eran sometidos alcanzaron una gran difusión y llevaron al cierre del presidio en la década siguiente.
