Asociación Cultural Sanmartiniana de Ushuaia en el año del Bicentenario

Se conmemoran 193 años de la batalla de Chacabuco

12/02/2010
E
n el marco de los festejos del Bicentenario de la Revolución de Mayo, la Asociación Cultural Sanmartiniana de Ushuaia brinda su aporte recordando los hechos más trascendentes de la vida del Libertador de América. Así, hoy se recuerda el 193º aniversario de la batalla de Chacabuco, después de la cual el Ejército de los Andes ingresó triunfante en Santiago de Chile.
El general San Martín, en su parte de combate sintetiza la batalla en estas palabras: "Al Ejército de los Andes queda la gloria de decir: En veinticuatro días hemos hecho la campaña, pasamos las cordilleras más elevadas del globo concluimos con los tiranos y dimos libertad a Chile".
El verdadero vencido en esta batalla, primer movimiento en el ajedrez tendiente a liberar a Chile y Perú, el general Joaquín de la Pezuela expresa: "La desgracia que padecieron nuestras armas en Chacabuco, poniendo al reino de Chile a discreción de los invasores de Buenos Aires, trastornó enteramente el estado de las cosas, fue principio del restablecimiento para los disidentes, y la causa nacional retrogradó a gran distancia, proporcionando a los disidentes puertos cómodos donde aprestar fuerzas marítimas para dominar el Pacífico. Cambiose el teatro de la guerra: los enemigos trasladaron los elementos de su poder a Chile, donde con más facilidad y a menos costo podían combatir al nuestro en sus fundamentos".
Esta victoria en la cuesta de Chacabuco modifica substancialmente el panorama bélico de la emancipación sudamericana, ya que consolida la independencia argentina y detiene las posibilidades realistas de accionar desde el Alto Perú al eliminar a las fuerzas que desde el occidente la amenazaban.  Además de dar la independencia a Chile, se convierte en el comienzo del derrumbe realista en el continente.
En esta campaña se da por finalizada en el continente la improvisación bélica y comienza un período de guerra regular, metódica, en base a ejércitos adecuadamente organizados, instruidos y con una gran disciplina. Fue la primera demostración a nivel continental de la Revolución de Mayo y se convirtió en la primera batalla americana con amplias proyecciones históricas.

Cómo San Martín previó y ejecutó la batalla

Como consecuencia de la "guerra de zapa" llevada acabo por el Libertador, el general Marcó del Pont tenía sus fuerzas dispersas y, aunque estaba convencido de la necesidad de defender el valle de Aconcagua por ser la llave de los caminos que conducían a Santiago y por los recursos allí existentes, no hizo nada para ocuparlo con fuerzas importantes, dado los engaños desarrollados para lograr esa situación.
Recién el general realista tuvo las primeras informaciones sobre el avance de fuerzas patriotas por Los Patos el día 4 de febrero y al día siguiente, sobre la existencia de otras fuerzas en la ruta de Uspallata; el mismo día recibió la noticia de que otra columna había cruzado por el Planchón.
Las hábiles maniobras desarrolladas por las seis columnas en que cruzó el Ejército patriota la Cordillera de los Andes, hicieron que a pesar de contar con todas esas informaciones no fueron suficientes para hacerle tomar una resolución y sólo el 10 ordenó que las tropas desplegadas en el sur se replegaran hacía la Capital, a cuyo frente nombró al brigadier Maroto.
Este marchó esa misma noche hacia la hacienda de Chacabuco con los únicos efectivos disponibles, los batallones Talavera y Chiloé y 50 húsares, con intención de reunirse con las tropas de Quintanilla y Marqueli y esperar allí la llegada del resto del ejército. El día 11, San Martín habiendo reconocido la posición realista decide atacar al amanecer del día siguiente, a pesar de no contar aún con toda su artillería, para no dar tiempo y evitar la concurrencia de nuevas fuerzas enemigas.
El plan de ataque inicial contemplaba un doble envolvimiento sobre la posición realista, que creía emplazada en la cresta de la serranía de Chacabuco; posteriormente, al verificar su definitiva ubicación, decide efectuar un ataque frontal de aferramiento y un envolvimiento buscando caer en las espaldas del enemigo para obligarlo a combatir en frente invertido y en dos direcciones. Esto imponía iniciar el ataque de noche, porque a la luz del día los atacantes estarían muy expuestos ante la posición enemiga.
Para la ejecución del ataque, formó dos divisiones. Una de ellas, a órdenes del brigadier Soler, estaba integrado por los batallones: 1 de cazadores y 11, las compañías de granaderos y cazadores de los batallones 7 y 8, el 4to Escuadrón de Granaderos a Caballo, el Escuadrón Escolta y 7 piezas de artillería. La otra, al mando del brigadier O'Higgins, contaba con los batallones 7 y 8 (menos las compañías asignadas al envolvimiento), los escuadrones 1, 2 y 3 de Granaderos a Caballo y 2 piezas de artillería.
En sus órdenes, San Martín imponía a O'Higgins efectuar un ataque sin comprometerse, dando tiempo a la división Soler, que tenía mayor distancia a recorrer, para caer sobre el enemigo y recién en ese momento atacar a fondo.
La división Soler inició su marcha por la Cuesta Nueva. En simultáneo O'Higgins avanzaba con la suya por la Cuesta Vieja, alcanzando a mediodía el morro de las Tórtolas Cuyanas. Desde allí, continuó su aproximación a la posición enemiga, sin esperar a la otra división, como lo establecía el plan ordenado.
La valentía y entusiasmo de O'Higgins, al encontrarse en su Patria y con el enemigo al frente, lo llevaron a no cumplir el plan de San Martín, que le imponía ejecutar un simple aferramiento frontal y buscó lograr la decisión con su sola división.
Ordenó a los batallones 7 y 8, disminuidos, cargar a la bayoneta. La infantería realista, que ocupaba una fuerte posición protegida por una barranca, rechazó el ataque. Simultáneamente había cargado Zapiola con sus Granaderos a Caballo, pero tampoco pudieron éstos penetrar en el dispositivo enemigo, replegándose en orden para reorganizarse. Esto ocurrió entre las 11 y las 12.
En este momento, San Martín, al ver lo que está realizando la división de O'Higgins y evaluar que ello ponía en riesgo el éxito de la batalla, envió al sargento mayor Alvarez Condarco con la orden a Soler de apurar la marcha y cargar cuanto antes.
De inmediato, se dirige a la zona de reserva de la División de O'Higgins, donde se puso a la cabeza de los tres escuadrones de sus Granaderos a Caballo, mientras observa que el general chileno había vuelto a la carga con la infantería que era nuevamente detenida por el fuego enemigo. Ante la inminencia de que las tropas pudieran desbandarse, cerca de las 13.30 San Martín cargó a la cabeza de estos 3 escuadrones de su viejo regimiento.
En ese instante, la vanguardia de la división Soler encabezada por dos compañías del batallón de Cazadores de los Andes, a órdenes del capitán Lucio Salvadores, asaltan el morro El Chingue, derrotan a su guarnición y matan a su jefe, posibilitando que simultáneamente, cargaran el 4to Escuadrón de Granaderos a Caballo y el Escuadrón Escolta, al mando del teniente coronel Necochea. La caballería argentina atravesó la línea realista, sableó a los artilleros en sus piezas y cargó a la caballería enemiga, la que volvió grupas abandonando el campo de combate.
Como consecuencia de esto, los infantes realistas comenzaron abandonar sus posiciones y a desbandarse. Algunos oficiales lograron reunir a parte de los dispersos y formar un cuadro, pero fueron atacados por O'Higgins y los batallones 7 y 8 que, tras superar el barranco que fuera causa de sus fracasos anteriores, los cargaron a la bayoneta y pusieron en fuga los restos de la posición enemiga provocándoles fuertes bajas.
Los realistas se replegaron hacia la hacienda de Chacabuco, y al ver cortada su retirada por la división Soler que ocupaba el valle, pretendieron resistir desde las tapias de la viña y el olivar contiguos, pero debieron rendirse. La caballería patriota persiguió a los que lograron huir del campo batalla unos 20 kilómetros hasta el portezuelo de la Colina, sembrando el camino de cadáveres.
Los realistas perdieron 500 hombres, 600 fueron hechos prisioneros, toda su artillería y municiones, 2.000 fusiles, 2 banderas y un estandarte. Las bajas patriotas consignadas en el parte del triunfo indicaron 12 muertos y 120 heridos, pero probablemente fueron superiores a esas cifras.
Una vez más, al genio estratégico del Libertador, que planificó el cuándo, el donde y el como dar esta batalla, debemos sumar al conductor y ejemplo en el campo táctico, al ver desviarse las fuerzas de su plan original, surge, cargando una vez más con sus Granaderos, como en San Lorenzo, para definir la batalla, dando nuevos bríos a sus tropas y sembrando el terror en el enemigo que se retira en desbandada.
San Martín concentró sus tuerzas en la hacienda de Chacabuco; y el 13 por la mañana el ejército reinició la marcha. Al día siguiente, el Ejército de los Andes entra en Santiago. La Independencia de Chile era un hecho, ya vendría la consolidación y la organización del Ejército Unido para liberar Perú.