Punto de vista

Los NyC, los VyQ y los TaF

13/11/2011
P
or Julio César Lovece
Fundación Ushuaia XXI

El 12 de enero de 1987, el Diario La Nación publicaba una nota de Tierra del Fuego cuyo título era: “La industria es la clave del progreso y del desarraigo en la isla” con autoría de Jorge Urien Berri. Obviamente se analizaban las consecuencias de la Ley 19.640 y del vertiginoso crecimiento económico que esta ley motivara con la “radicación” de las fábricas de electrodomésticos. La población fueguina había aumentado de casi 16.000 habitantes, en 1976, a más de 53.000 en el año 1986.
Según expresaba dicha nota, cuestión absolutamente cierta, nuestra población se dividía entre los NyC, (nacidos y criados), los VyQ (venidos y quedados), los TaF (traídos a la fuerza) y los VaJ (venidos a jorobar).
“Los VaJ no cuentan. Los NyC y VyQ son legítimos fueguinos. La incógnita radica en los traídos a la fuerza. Se trata de los gerentes de las firmas privadas, las autoridades de las empresas públicas, los obreros de las fábricas que aquí escapan de los magros salarios del norte, y los marinos de la base. Los TaF son mayoría. Trabajan y ahorran para un futuro que desarrollarán en el continente. La prueba el hecho de que el 62% de los sueldos abonados en la isla se giran al resto del país”.
Quienes recordamos esta historia sabemos que la mayoría de los traídos a la fuerza en definitiva terminaron transformándose en los VyQ, aunque con un gran desarraigo, una muy escasa identificación con el lugar donde vivimos, que ha marcado profunda huella en nuestra sociedad.
Analiza más adelante el autor de esta nota:
“Actualmente el 80% de las industrias de Río Grande y Ushuaia son electrónicas, el 15% textiles y el 5% restante pertenecen al rubro plástico…el resto de las actividades tienen escasa incidencia…”
Claro que el turismo, una de las actividades genuinas, junto con la industria maderera, la pesca y la ganadería, por entonces guardaban para nuestros funcionarios, locales y nacionales, poca importancia.
Obviamente los aproximadamente 40.000 visitantes de entonces no se podían comparar a los 280.000 actuales.
Qué difícil era explicarles a los turistas de entonces los asentamientos de precarias viviendas en la periferia de la ciudad, las casitas sobre trineos, los basurales camino a los circuitos turísticos, el acceso a la ciudad desordenado e incluso fábricas que arrojaban gabinetes de lavarropas y otros deshechos a la Bahía de Ushuaia, con un desprecio total por el lugar que las acogiera.
Aún no hemos logrado sobreponernos del impacto cultural, urbanístico y ambiental que trajo ese crecimiento. Hoy sabemos que nuestras ciudades se encuentran absolutamente colapsadas, aunque por razones ya no exclusivamente relacionadas por el boom industrial.
Debemos aceptar el resurgimiento de las fábricas, no podemos negar sus importantes beneficios. Sin embargo nos preocupa profundamente la reiteración de cuestiones que tornan muy compleja la convivencia entre las fábricas y las actividades genuinas. Entre estas últimas citamos al turismo.
Nuestros gobernantes, una vez más, parecen hallarse más preocupados por el beneficio temporario que nos pueden brindar estas industrias, que los beneficios perpetuos de aquellas asentadas desde siempre. Es positivo generar puestos de trabajo y mejores sueldos, pero no tan bueno es obviar o postergar las respuestas a los requerimientos de todos los servicios esenciales que estos trabajadores y todos los demás, requieren.
Pero cuidado, no podemos planificar la instalación de infraestructura de servicios ignorando la necesidad de protección y preservación que el recurso escénico, ambiental y cultural, reclama para actividades como la del turismo. Ello sin olvidar que quienes vivimos aquí también necesitamos de esos mismos valores y atractivos.
Tenemos todas las condiciones para ser un destino turístico de calidad.
Una agenda cultural propia y fortalecida por importantes productoras que sienten el desafío de organizar los eventos o festivales más trascendentes de la Patagonia y del país, nada más que por hallarnos en “el fin del mundo”.
Si bien no disponemos de las Cataratas del Iguazú o del Glaciar Perito Moreno, la posición geográfica, las bellezas naturales y paisajísticas, la singular historia, pero principalmente la mística que seduce a millones de potenciales turistas, nos obligan a considerar que merecemos una sana convivencia, reglas claras, límites y respeto.
El turismo, los NyC y los VyQ, estamos dispuestos, deseamos que las fábricas y los TaF, también.

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