Causa contra policías por la muerte de un joven tras una persecución

Los argumentos de un procesamiento

17/12/2013
L
a distancia a la que se efectuaron disparos con balas de goma, y el tipo de cartuchos utilizados fueron argumentos centrales en los que se basó el juez de Río Grande Eduardo López para procesar a dos policías de esa ciudad vinculados con la muerte de un joven al que persiguieron, en septiembre de 2010.
La resolución dictada por López el pasado 11 de diciembre (cuyo contenido trascendió ayer) consideró al oficial inspector Cristian Eduardo Balaguer, de 34 años, como probable autor material del delito de homicidio preterintencional, mientras que le atribuyó al subsoficial escribiente Ricardo Alfredo Gualtieri, de 43 años, una participación secundaria en el hecho.
La víctima del episodio fue Víctor “Chuky” Andrade, de 30 años, quien recibió un escopetazo de bala de goma a corta distancia y a la altura de la ingle, que le perforó la arteria femoral, y le generó una lesión grave que derivó en su fallecimiento dos días después de estar internado en el hospital.
Los aspectos claves de la investigación se centraron en reconstruir lo sucedido en el interior de un garaje, donde los uniformados acorralaron a Andrade después de una persecución que se extendió por unas quince cuadras. En esa circunstancia se realizó el disparo que resultó mortal.

Un hecho confuso

Según la acusación promovida por los fiscales Cecilia Incardona (en un primer momento) y Guillermo Quadrini, después, los hechos se precipitaron el 21 de septiembre de 2010, entre las 17 y las 17.30, mientras que la víctima falleció el 23 de septiembre a las 9.40 en el hospital.
Balaguer y Gualtieri patrullaban la ciudad en un vehículo VW Polo cuando observaron a un cuatriciclo negro huyendo a gran velocidad, en la calle Thorne, entre Mosconi y Almafuerte.
Al parecer, lograron identificar como su conductor a Andrade, que por entonces tenía pendiente una requisa personal ordenada por la Justicia, y que no se había podido realizar porque el joven se encontraba en rebeldía.
Con ese antecedente, los uniformados iniciaron la persecución del cuatri, que en un momento dado dio una vuelta en U y avanzó sobre el patrullero, obligando a éste a salirse del camino y chocar contra un contenedor de basura para evitar colisionarlo.
De acuerdo a las pruebas recolectadas en la causa Nº 15.804/2010, caratulada “Comisaría Primera sobre intervención”, los policías dieron con Andrade poco después de que se detuviera frente al domicilio ubicado en la calle Almafuerte 1225.
Dentro del garaje situado en esa propiedad se produjo el hecho más confuso. Según declararon los efectivos, el primero en bajar del patrullero y acercarse al joven fue Gualtieri. En ese momento la víctima habría tomado del suelo un caño rectangular para agredir al policía, y Balaguer (que recién ahí bajo del auto) fue quien habría disparado la escopeta con balas de goma –dice él– apuntando hacia el piso, a modo intimidación. Lo cierto es que tras la llegada de una ambulancia, Andrade fue trasladado con un shock hemorrágico grave del que no logró recuperarse pese a haber sido intervenido quirúrgicamente en el hospital.
Para la Fiscalía, el disparo fue a quemarropa contra las piernas del sujeto, y utilizando cartuchos calibre 12 que, según un informe de Gendarmería Nacional agregado a la causa, “no se recomienda su disparo a menos de cinco metros, ya que actúan en forma letal”, asevera una pericia a cargo del Alférez Alejandro Fabián Benítez.
Los fiscales requirieron procesamiento y prisión preventiva para ambos policías, como coautores del delito de “homicidio agravado por abuso de función”.
Sin embargo, al analizar todas las circunstancias que rodearon al episodio, el juez López mostró algunas diferencias con esa posición.
En relación al autor del disparo, el magistrado dio por demostrada la propia confesión de Balaguer, en el sentido de que él efectuó la detonación, pero dio por probado que se trató de un disparo directo, y no al suelo.
Según López, la versión de los policías no se ajusta del todo a la verdad. Ellos dijeron que Andrade llevaba el casco en una mano y con la otra tomó el caño para defenderse, y una pericia demostró que el peso del caño lo hacía de difícil maniobra (con una sola mano) para alguien de la contextura de la víctima.
Con ello, el juez se inclinó por la idea de que Gualtieri intentó algún tipo de forcejeo con el joven, y que luego de ello Balaguer le disparó.
También descartó que la víctima quisiera enfrentarse con los policías, ya que estaba desarmado y medía 1,60 metros, mucho menos que los funcionarios policiales armados con una escopeta. La intención del joven era huir y probablemente introducirse en el domicilio para deshacerse de dos cheques que llevaba en sus bolsillos y que lo hubiesen incriminado en la causa judicial que tenía pendiente.
“No cabe otra opción que concluir que el disparo contra Andrade fue realizado de manera directa y a una distancia menor a la aconsejada”, afirmó el magistrado en el procesamiento, y agregó que “los policías tenían, cuanto menos, el designio común de ejercer sobre Andrade una fuerza superior e innecesaria en relación con lo que la aprehensión en concreto evidenciaba”.
Este accionar común es el que convenció a López de procesar a Balaguer como autor del delito y a Gualtieri como partícipe secundario, ya que este no fue, en definitiva, el autor del disparo, según el avance que registra la causa en la actualidad.

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