Punto de Vista

Empezó la cuenta regresiva para la reforma política y electoral fueguina

04/05/2014
P
or Guillermo Worman, especial para el Diario del Fin del Mundo

A casi un año de las próximas elecciones provinciales, nada hace pensar que la dirigencia fueguina producirá algún tipo de actualización de su sistema político y electoral, pese a los anuncios incoherentes que se balbucean luego de cada elección. Se dice sin convicciones que es necesario producir algún tipo de modificación a las condiciones que permiten tener decenas de boletas en los cuartos de votación para resolver elecciones en donde pueden convivir sistemas inversos para la elección de legisladores provinciales y municipales. ¿Tendremos, otra vez, una hora de espera para votar en la próxima elección?
Reiteran que el alto grado de movilidad poblacional, que implica nuevos electores en cada comicio, justifica revisar y actualizar el único sistema que alguna vez fue pionero en la aplicación de nuevos mecanismos electorales. Sin embargo, Tierra del Fuego ha cedido espacios en cuanto su capacidad de innovación política e institucional.
Si no el miedo, ¿qué justifica tener vigente un sistema de tachas que no cumple con su lógica fundacional? Es que, desde su modificación, llevando su piso al 50%, la elección de legisladores opera como la lista sábana tradicional. Otro llamativo incumplimiento es la negación a aplicar la posibilidad de escoger parlamentarios de otras listas al momento de la elección. Si esto sigue sin cumplirse, el camino es enmendar en este aspecto el texto constitucional.
Mientras tanto, la sociedad fueguina sigue a la espera de algún mensaje elocuente por parte de sus autoridades políticas, en cuanto a las llamadas reformas para “democratizar la democracia “. El andar de los últimos años ha demostrado la necesidad de adecuar los plazos de la transición entre el gobierno electo y el que se encuentra en funciones (toda vez que se produzca alternancia), sincerar el sistema de tachas para volverlo nuevamente operativo, simplificar (siempre en favor del elector) la operatoria electoral para no encontrar una inmensidad de boletas en el cuarto de votación, unificar criterios sobre la posibilidad de instrumentar la tacha para legisladores y la preferencia en concejales cuando se hagan coincidir las elecciones provinciales y municipales, implementar padrones electrónicos que simplifiquen los plazos de votación hacia las mesas que tienen menos congestión de sufragantes, readecuar las condiciones para crear y sostener los partidos políticos y frentes electorales, evaluar la posibilidad de establecer renovaciones por mitades para la legislatura y los concejos deliberantes, definir (de una vez por todas) la incorporación o no del voto electrónico, crear mecanismos para favorecer la cercanía entre representantes y representados, transparentar el gasto de la política partidaria y reducir sus costos innecesarios, profesionalizar el sistema de asesores o democratizar los mecanismos para presentación de proyectos y de revisión de leyes y ordenanzas vigentes.
También incorporar las nuevas tecnologías a la vida política para empoderar y re vincular a la sociedad con sus representantes. A simple vista, sobran temáticas para realizar una seria reforma política y electoral. Por ejemplo, ¿No es una pérdida de oportunidad tener a la comunidad como mayor conectividad del país y con mayor cantidad de teléfonos de última generación, y no aprovechar esto en función de la vida política–pública provincial?
Esto se escribe porque durante los años pares, donde no hay elecciones, es cuando se producen las mejores oportunidades para avanzar sobre temas sensibles a la vida política provincial.
No obstante, aun así, viendo la agenda de temas legislativos, la reforma política parece no lejos, sino imposible de concretarse durante lo que resta del año. Esto porque, a contramarcha, los temas de las comisiones legislativas desentonan con la necesidad real de llevar a la práctica una noble y coherente actualización política y electoral.
Digo esto porque, alguna vez, en los momentos de su fundación institucional, Tierra del Fuego y Ushuaia fueron una oportunidad para mejorar la vida política y operar como un laboratorio en donde experimentar cambios para luego trasladarlos a nivel nacional. No es un detalle menor tener un distrito electoral con solo tres núcleos urbanos de votación, en donde sí es factible aplicar algunas de las tantas nuevas alternativas que se están estudiando y instrumentando en distintos lugares del país.
Por esto mismo, en efecto, sin una razonable reforma política mediante, en las próximas elecciones volveremos a encontrarnos con los mismos defectos que supimos identificar en los pasados comicios que consagraron a nuestras actuales autoridades. Mientras tanto, el calendario indica que queda algo más que un año para revertir algunas de estas tantas sinrazones.

Etiquetas