Rock psicodélico

De Cronopios abrió el ciclo de recitales de verano

18/01/2015
P
or Pablo Nardi

La banda de nombre cortazariano presentó su primer disco, Olum, en el marco de los Recitales de Verano que organiza el Municipio en la Casa de la Cultura. Con potencia y buen sonido, De Cronopios fue la primera banda local del ciclo que se realiza todos los viernes de enero y febrero a las 22 hs.
La sala Niní Marshall estaba casi llena. El escenario, todavía vacío, sólo dejaba ver una pantalla con figuras de colores que se fundían y superponían entre sí, y guardaba lugar para tres integrantes: una guitarra Gibson SG, un bajo y una batería. Más adelante Federico Benítez aclararía que faltó el tecladista, cuarto integrante de la banda.
Una vez que De Cronopios subió al escenario, unos sonidos tímidos que transportaban al espectador a la tranquilidad del bosque inundaron la sala y ellos empezaron a tocar. Con gran potencia, la banda compuesta por Damián Benítez, Sebastián Abt y Federico Benitez dejó en los oídos un sabor amarillo mezclado con rojo.
Así es. Sabor amarillo mezclado con rojo y, si queremos agregar más, también destiló un sonido tallado de líneas irregulares y parelelas que no pierden la dirección en un fondo de colores cambiantes. El nombre de la tercera canción, Sinestesia, representa el efecto que causó toda la puesta en escena. En neurología, se llama sinestesia al fenómeno que consiste en asimilar una sensación mezclando los sentidos: escuchar colores, oler sonidos, etc. A medida que De Cronopios avanzaba con las canciones la pantalla mostraba distintas imágenes, algunas de ellas de Tierra del Fuego, y las columnas y luces del escenario cambiaban de color. A esto debemos sumarle los sonidos del bosque, que generaban una amalgama en la percepción de los sentidos.
De este modo, la banda parecía no ejecutar sonidos sino imágenes psicodélicas. Por eso no fue nada raro que, al terminar el recital, Federico Benítez me contara que “para las composiciones nos imaginamos algo, como una postal. Así nos inspiramos para componer: nos basamos mucho en imágenes”.
La relación que tiene De Cronopios con Tierra del Fuego no es menor, por algo su disco se llama Olum: “en principio el disco Olum es por el valle de acá, hay un valle que lleva ese nombre y a la vez es también uno de los espíritus del Hain, el ritual de los Selknam”, me dirá también Benítez.
Después de la tercera canción la potencia e intensidad de las canciones fue haciéndose progresivamente mayor y no hubiera podido ocultarse, ni siquiera si se hubiera querido, dos cosas: por un lado, el virtuosismo de Sebastián Abt, el baterista. Por otro, la precisión del guitarrista Federico Benítez y el manejo que hacía de las escalas, que en su mejor momento trajo reminiscencias de John Petrucci.
Además, los juegos de voces entre los dos Benítez y el formato de las canciones ayudaron a pensar en lo más potente Catupecu Machu. De hecho, si Catupecu quisiera darle más protagonismo a la guitarra, probablemente buscaría un despliegue parecido al de Benítez.
Si bien los integrantes de De Cronopios son fueguinos, ahora viven en Buenos Aires. Allá estudian en el conservatorio Manuel de Fallas y se presentan en tocadas que circulan en el ambiente under. “Soy mucho de ir a ver bandas, y escuchando bandas siempre te influenciás. Viendo qué ideas tiene la gente, siempre de cada trío se puede sacar algo. Allá hay muchas bandas y cada una tiene su toque distinto, y esas cosas te van quedando”.
Una de las mejores canciones fue Axolote, cuyo título no hace más que remitir al cuento de Cortázar con nombre homónimo (Axolotl); la introducción instrumental del tema da la sensación de ver al pez del cuento nadando en la pecera. Otra de las canciones notables, y este probablemente haya sido el punto más álgido del recital, es Kornucopia, que estuvo casi al final de la lista.
De esta manera, entonces, se abrió el Ciclo de Recitales de Verano en la ciudad de Ushuaia: con una banda poderosa, cortazariana, que combina la percepción de los sentidos mezclando melodía y ritmo con imágenes visuales, imágenes visuales con música y, por qué no, música con literatura.
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