Punto de vista

Mirando las elecciones del 2019

13/07/2015
P
or Guillermo Worman
En cuatro años se vota de nuevo, y corremos el riego de volver a cometer los mismos errores sino cambiamos de rumbo. Hace tiempo ya que Tierra del Fuego ha quedado rezagada y necesita de una seria reforma electoral. La excepción fue el incremento de activación de las tachas, llevándolo al 50%. Más allá de esta obstrucción, y a diferencia de otras provincias, no se ha actualizado ninguno de los eslabones del sistema electoral.
Acariciamos el futuro cuando tuvimos una tibia experiencia con el voto electrónico en la Ushuaia en 2003 y un par de ejercicios en dos de las cuatro consultas populares, como únicas excepciones al tradicional sistema de boletas separadas.
Además, la elección que acaba de terminar es una potente oportunidad para analizar en la práctica las consecuencias de cómo opera la ingeniería electoral y repasar algunos de sus principales aspectos.
Por ejemplo, la simplicidad de condiciones para contar con un partido político – llegamos a tener 44 partidos en trámite de aprobación, de los cuales 36 quedaron habilitados- y la inexistencia de Primarias Abiertas Simultaneas y Obligatorias (PASO) simplificó tener 30 de ellos habilitados para competir en las distintas categorías. Fueron 29 partidos y una alianza –el FPV-, casi un 50% más que en 2011, cuando compitieron 21 partidos, siendo un record en aquella última elección, ahora ampliamente superado.
Esta facilidad de condiciones provocó que solo 8 organizaciones partidarias obtuvieran más del 3% de los votos para el Concejo Deliberante de Ushuaia, la misma cantidad de partidos que superaron esa valla para la Legislatura Provincial. De éstos solo 3 ingresaron bancas al parlamento provincial. En Río Grande fue más drástico: 6 partidos superaron el mismo porcentaje, mientras que 16 quedaron por debajo de la esa simple meta. En Tolhuin fueron 8 los que superaron el mismo piso.
En Ushuaia solo el intendente electo Walter Vuoto superó el 20% de los votos mientras que los 6 restantes candidatos se movieron en la franja menor. En Río Grande, por contraste solo 3 candidaturas al ejecutivo municipal, con resultados concentrados entre Melella -53,28%- y Colazo -28,61%-. Tolhuin ungió al intendente Queno con el 48,04%.
¿Cuál es la necesidad de continuar asumiendo al voto en blanco como voto válido emitido? En Ushuaia los 5169 votos en blanco superaron ampliamente a los obtenidos por la última fuerza en el Concejo Deliberante, ya que el PSP solo alcanzó a cosechar 2191 votos – 1.000 menos que la semana anterior-, y apenas por encima de su cercano seguidor –el MSP-, que estuvo a 72 votos de desplazarlo de la banca. En la Legislatura los blancos casi cuadruplicaron los votos de la UCR – 3 bancas- y fueron, por lo lejos, la intensión de voto más elegida por los electores del 21 de junio, mientras que en Río Grande el blanco duplicó a la primera minoría en el Concejo Deliberante.
No escapa de este análisis la necesidad de sincerar la situación de las tachas, puesto que es un elemento electoral anulado tácitamente por ley, y que obliga a instrumentar y explicar un procedimiento que genera nulas consecuencias electorales, a excepción de las confusiones y controversias en su contorno.
Por lo pronto, la elección fue una buena época para reconocer dificultades que solo repasamos cada cuatro años y que luego entran en una larga meseta de olvido institucional. ¿No se pueden convocar los comicios con mayor antelación y no terminar por resolver los conflictos e impugnaciones a horas de entrar a votar en el cuarto oscuro?
Muchos reconocieron, así, la necesidad de modernizar un régimen electoral que había nacido en punta desde 1991 y que de a poco se fue rezagando hasta el actual furgón de cola.
Veamos un ejemplo que comentamos durante estos días: en el extremo Norte de la provincia se votan concejales con lista bloqueada, en el centro con tachas y en el Sur con preferencias. Tres ciudades, modalidades distintas de votación para la misma categoría. ¿Puede no caer en errores un electorado con un sistema tan diversificado, que llama a elecciones empalmadas y con una muy escasa y voluntarista campaña de información pública?
Esta discusión político-electoral en el medio de un paisaje inédito para la ciudadanía que debe resolver toda su ansiedad política optando entre cuatro pequeñas porciones de papel (celestes, blancas, verdes y amarillas), e intentar expresar todo lo que apoya, sus rechazos, la expresión de sus esperanzas sobre lo que anhela para los próximos cuatro años, sorprendida por cómo la tratan distinta en la época pre-electoral.
¿Por qué votamos proyectos comunes con cuatro boletas separadas y de colores diferentes? ¿No será tiempo de reconocer que el sistema electoral fueguino tiende y provoca cada vez más fragmentación?
Hay entonces algunas posibilidades reales para trabajar de aquí en adelante. Entre quienes han pensado en mejorar el sistema electoral sobrevuela la idea de instalar las PASO para la candidaturas provinciales y municipales, con la idea de organizar la oferta ante los electores. A primera vista, pensar en un piso del 3% volvería viable la cantidad de candidaturas que llegarían a la próxima cita electoral en 2019. A esto sumado que las preferencias bien podrían llevarse de la elección general a las primarias y cerrar la lista con participación de los ciudadanos en la etapa anterior a su presentación en los comicios. De esta manera, no se trasladarían las dinámicas intestinas dentro del escenario de la elección general, y todos los candidatos traccionarían en el mismo sentido. El cupo femenino lograría su cometido y la intervención de las preferencias no desnaturalizaría su propósito.
Hay otro aspecto central en todo este laberinto: 6 meses de transición en un proceso extremadamente crudo para recorrer sin poder legitimado (Ríos salió sexta sobre siete candidatos, con menos del 8% de los votos, con una legisladora leal sobre 15 y debe administrar poder hasta finales de año).Resulta un plazo eterno e innecesario.
Por último, la construcción de una red de propuestas de actualización electoral debe contemplar el estudio sobre las colectoras o acuerdos de sumatorias, una figura que no está prevista por ley, aunque sí aceptada por jurisprudencia. Su utilización genera confusiones y todo tipo de especulaciones, y no parece contribuir al fortalecimiento institucional de los partidos políticos como instituciones centrales de la vida política y electoral.
En muy pocos temas el conjunto de la ciudadanía puede participar de su desarrollo. Casi 100.000 habitantes de Tierra del Fuego nos movilizamos en las últimas semanas para reorganizar el poder. Una vez más, de manera democrática, organizada y respetuosa.
Nos debemos una reforma que nos vuelva a colocar en el centro de la innovación política Argentina. Reinstalarnos en la escena del cambio institucional, atraer a los electores desencantados, incorporar innovaciones y nuevos procesos efectivos es el desafío. Sin duda, sí alguna vez lo fuimos, nuevamente podemos lograrlo.
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