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iete de cada 10 personas residentes en Tierra del Fuego nacieron en otras provincias o en el extranjero según datos oficiales, lo que ratifica la necesidad de establecer políticas de Estado relacionadas con el fenómeno del desarraigo y su influencia en las relaciones sociales y otros aspectos de la vida en comunidad.
La cifra surge del entrecruzamiento de cuadros poblaciones surgidos del Censo Nacional realizado en 2010, y no ofrece actualizaciones respecto de lo sucedido en los últimos cinco años, aunque confirma al distrito fueguino como el de mayor cantidad de inmigrantes de todo el país, comparado con los habitantes nacidos en su lugar de residencia.
De acuerdo a estos datos, el 61,6% del total de la población fueguina corresponde a personas que nacieron en otras provincias argentinas.
En números concretos, la cifra implica 78.358 habitantes, sobre el total de 127.205 medido por el censo nacional de 2010.
Sin embargo, el mismo relevamiento poblacional contabilizó un total de 11.299 pobladores extranjeros, que obviamente tampoco nacieron en Tierra del Fuego y comparten con los nativos de otras provincias argentinas la dificultad del desarraigo.
Por consiguiente, si se suman nacidos fuera del territorio fueguino, ya sea en Argentina como en el extranjero, la proporción de llegados de otras latitudes alcanza los 89.657 habitantes, el 70,48% del total.
Si bien el fenómeno no es propio de la Isla, es aquí donde se manifiesta como en ningún otro lugar del país. Por ejemplo, la segunda provincia en función de su población no nativa es Santa Cruz, con el 43,5%, y la tercera es la Ciudad Autónoma de Buenos Aires con el 38%.
El resto de las provincias patagónicas exhiben también valores altos, pero muy lejos del récord fueguino: Neuquén 27,8%, Chubut 27,5 %, Río Negro 25,3% y La Pampa 22%.
La provincia con mayor proporción de residentes nacidos en su jurisdicción es San Juan, con solo el 6,4% de venidos de otros lugares, y Misiones con el 7,2%.
En general, las provincias del norte, con excepción de Jujuy, poseen altos niveles de natividad, y las patagónicas son las más pobladas por olas migratorias.
Por otra parte, Tierra del Fuego encabeza, junto a Santa Cruz, el ranking de atracción migratoria del país, con una tasa anual de migración neta del 16,8%. Esto significa que, por un lado, el territorio fueguino recibió ese porcentaje de personas por año, por sobre la gente que emigró de la Isla, medido entre 2005 y 2010. Además, fue una de las dos provincias que más pobladores atrajo desde otras zonas del continente.
Para tomar dimensión del fenómeno migratorio, basta repasar que la tercera provincia en orden de atracción migratoria es Río Negro con una tasa del 3 % (5,5 veces menos) y luego siguen San Luis (2,8%) y La Rioja (2 %).
En el mismo período (2005-2010) hubo varios estados que se convirtieron en zonas de expulsión migratoria (se fue más gente de la que llegó) como por ejemplo la Ciudad de Buenos Aires (6,9%), Formosa (6,3%) y Misiones (3,6%).
Respecto de la procedencia de los inmigrantes, la información oficial indica que los que llegaron a Tierra del Fuego lo hicieron mayoritariamente de Buenos Aires, Córdoba y Mendoza.
La necesidad de más estudios
Si bien el material estadístico ratifica la mayoría de población inmigrante en Tierra del Fuego, los datos no figuran actualizados a 2015, dejando un período nada despreciable de 5 años que merece ser investigado, ya sea por el aporte migratorio a la población total, como por el posible crecimiento de los habitantes nativos.
En ese sentido, la Dirección de Estadísticas y Censos también tiene contabilizados 10.537 nacimientos en el período 2010-2013, lo que implica un promedio de unos 2500 nacimientos anuales, frente a un total de 1636 defunciones, es decir unas 400 por año.
A ello hay que sumarle la creciente tendencia, profundizada en los últimos años, de jóvenes fueguinos que emigran para cursar estudios en el norte del país, y que luego regresan para afincarse junto a sus familias en la provincia donde nacieron.
En cualquier caso, el fenómeno del desarraigo como factor que atraviesa en forma transversal a la mayoría de la sociedad fueguina, también se presenta como un necesario tema de estudio para las ciencias sociales y como un imprescindible insumo para la planificación de políticas públicas.