uién no recuerda este sencillo y popular juego en el que se definen dos bandos y el objetivo es tirar de la soga con todas las fuerzas posibles, en equipo, para someter al oponente.
En juegos como estos no hay estrategia; hay que remitirse a la utilización de un recurso que tiene que ver con el instinto y relega a la razón: la fuerza física.
Esto nos permite hacer una analogía con el conflicto que mantiene el Gobierno con distintos gremios estatales.
Jueguen muchachos mientras el resto del pueblo los mira, pero ojo, si tiran muy fuerte la soga se puede cortar, y ya no habrá juego para nadie.
