ste día, nace Cristina Calderón en la zona de Róbalo, en la isla Navarino, a unos pocos kilómetros de Puerto Williams. Fue testigo de la progresiva disminución de los miembros de su etnia y la pérdida de sus hábitos milenarios, a partir de los avances de la colonización europea y de enfermedades desconocidas para los organismos de los yámana.
Cristina Calderón es la última hablante del idioma de su pueblo y la única que alcanzó a vivir de cerca sus costumbres, luego del fallecimiento de su hermana Úrsula en 2003 y de Emelinda Acuña en 2005; se convirtió en una exponente de la cultura de su pueblo.
Su disposición para difundir la riqueza expresiva yámana, la llevó a dejar escritas las palabras que permitieron la comunicación de los canoeros durante miles de años, al contribuir a la realización de un diccionario para preservar el léxico que aún recordaba. Gracias a ese aporte, fue posible conocer “palabras bellísimas como mamihlapinatapai el término más difícil de traducir y que aparece en el Libro Guinness de los Récords como la palabra más concisa del mundo. Mamihlapinatapai describe "una mirada entre dos personas, cada una de las cuales espera que la otra comience una acción que ambos desean pero que ninguno se anima a iniciar" (Meridianos, 21/1/2011).
Fue declarada Hija Ilustre de la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena y reconocida por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile como Tesoro Humano Vivo, en el marco de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial de la UNESCO.
Casi toda su vida residió en Villa Ukika, en las proximidades de Puerto Williams, la aldea que atesora las tradiciones de su pueblo. Tuvo 9 hijos, “14 nietos, y numerosos bisnietos. (…) es una mujer muy activa; habitualmente se la puede ver trabajar en cestería con juncos, por medio de una técnica utilizada por sus antepasados y que la abuela Cristina se ha encargado de mantener viva. Además, participa de manera activa en el Club de Adulto Mayor Rosa Yagan” (Prensa Antártica, 26/5/2011).
Cristina es narradora de cuentos e historias vinculadas a la memoria de su milenario pueblo. Tanto ella como su hermana Úrsula fueron fuente de inspiración para destacados estudiosos e investigadores, que quisieron reflejar la vida de las últimas personas supervivientes de la etnia.
