Historias de avión: integrantes de LADE y un piloto contaron anécdotas sobre la aviación en la provincia
La conectividad con el continente en tiempos difíciles

Historias de avión: integrantes de LADE y un piloto contaron anécdotas sobre la aviación en la provincia

Aeronaves que aterrizaban en pistas de ripio, congeladas o cortas. Los vuelos que traían pasajeros y en el mismo día comida para los supermercados. El hombre que pasó 40 años al lado del mismo avión. La increíbles anécdotas que revelaron miembros de la línea aérea estatal en oportunidad despedir, la semana pasada, al último Fokker F27 de la Fuerza Aérea en actividad, un emblema de la aviación en la región.
27/09/2016
L

as lágrimas que se escurrían por rostros curtidos y trabajados por el tiempo, parecían no encajar con la despedida que un grupo de vecinos de Ushuaia le brindó la semana pasada al último avión Fokker F-27 de la Fuerza Aérea Argentina en aterrizar en suelo fueguino, antes de convertirse en una pieza de museo.
La emoción de los lugareños humanizaba las alas altas y las hélices detenidas de la aeronave antigua, como si detrás del metal inerte existiera un alma correspondiendo aquel homenaje, realizado en una de las plataformas del Aeropuerto Malvinas Argentinas.
La comunión entre máquina y gente tiene argumentos históricos y sociales: es el avión que durante 40 años conectó la isla con el continente, casi siempre a través de vuelos de Líneas Aéreas del Estado (LADE), y el que con cada viaje cargó también una historia, convertida luego en uno de los tantos recuerdos que volvieron a aflorar durante la despedida.
“Se me cae un lagrimón al verlo hoy, después de tantos años de travesías ininterrumpidas. La historia del F-27 es parte de mi historia. Ha significado mucho para el traslado de la gente del lugar, y también para la región y para el país. Lo vamos a llevar en los recuerdos, en el corazón, toda la vida”, confesó Norma Carbonell, quien durante 31 años fue gerente de LADE en Ushuaia.
Carbonell recordó la vez que llegó a las oficinas de la empresa, una profesora de educación física pidiéndole viajar porque había fallecido un familiar en Córdoba y no alcanzaba a despedirlo.
“El avión ya estaba en la cabecera de la pista, y el comandante, con mucha humanidad, mantuvo un motor en marcha y accedió a esperar a la mujer. Ese el espíritu con que se hicieron los vuelos durante tanto tiempo. Prestando un servicio social”, explicó la ex gerente de LADE.
El F-27 supo llevar pacientes derivados por problemas de salud, medicamentos que podían salvar vidas, y también los diarios para informar a la población y las películas que se entrenaban en la única sala de cine de la ciudad.
“Me acuerdo que llegábamos a Ushuaia, dejábamos a los pasajeros, sacábamos los asientos y nos íbamos a Río Grande a buscar la carga de mercadería que dejaba Aerolíneas Argentinas para el principal supermercado que funcionaba en ese entonces. Después volvíamos a armar el avión para el vuelo de pasajeros del día siguiente”, contó Ángel Benítez, encargado de rampa de LADE y operario de la aerolínea estatal desde hace 43 años.
La vida de Benítez está signada por la aeronave a la que el miércoles despidió “como si fuera un amigo del alma”.
El hombre, oriundo de Corrientes, llegó a Ushuaia a bordo del F-27, en 1973, y al poco tiempo encontró trabajo en la compañía aérea: desde entonces nunca cambió de empleo, y tampoco se separó del avión.
“Todas las vacaciones de mi vida las he iniciado en este Fokker. Parte de mí se va hoy de esta ciudad. Despedirlo es una emoción enorme”, dijo el hombre alto y canoso, con la voz quebrada y la vista perdida en el fuselaje.
Benítez tiene mil aventuras compartidas con la máquina que, en su viaje de reconocimiento por 19 ciudades patagónicas, fue recibida en la capital fueguina por una banda de música y el agua cruzada que arrojaban dos autobombas.
“En 1993, en Río Gallegos, aterrizamos sin la rueda de nariz. Otra vez, acá en Ushuaia, bajamos con 40 pasajeros y un solo motor”, rememora el operario y sus brazos se extienden como las alas de su amigo.
El piloto de aviones Carlos Pérez, de extensa trayectoria en Tierra del Fuego, definió al F-27 como “rápido y potente”, y elogió sus “alas altas y ruedas grandes y de baja presión, que le permiten aterrizar en pistas no preparadas”.
“Antes que nada es un avión muy versátil, que por sus prestaciones y por el tipo de operaciones que realizaba, no va a ser fácil de reemplazar”, completó Pérez.
El piloto recordó que como Ushuaia no tuvo pista asfaltada hasta mediados de los años 70´, el F-27 aterrizaba sobre ripio y en una extensión de unos 1000 metros.
“La gente lo tiene presente porque iba donde otros no llegaban. Unía ciudades pequeñas de toda la Patagonia. Durante décadas fue el puente aéreo para llegar a Ushuaia desde Río Gallegos. El ruido finito y vibrante de sus turbinas formó parte del paisaje fueguino durante mucho tiempo. El F-27  va a estar siempre en la memoria colectiva”, afirmó Pérez.
Por su parte Carbonell reconoció también la “destreza” de los pilotos que lo guiaban en sus viajes, en medio de un clima cambiante y generalmente hostil.
“A veces hacían largos sobrevuelos hasta encontrar el claro y poder aterrizar en medio de una tormenta de nieve. No sólo aquí. También en los vuelos programados desde Comodoro Rivadavia hasta las Islas Malvinas, antes de la guerra y también durante el conflicto bélico”, relató.
La ex gerente de LADE consideró que el poblador patagónico “respeta y quiere” tanto a la línea aérea como a esta aeronave, porque “sabe lo que ambos han hecho para mejorarle la vida en sitios tan distantes e incomunicados”.
“Despedir a este avión tan austero y tan querido, produce una gran emoción, y también un dejo de tristeza”, confesó la mujer mientras los tripulantes del último vuelo del F-27 no paraban de sacarle fotos, y el avión parecía recibir el afecto de una región completa, apuntando firme a las montañas que lo vieron marcharse por última vez.

Etiquetas
Cuál es tu opinión sobre la nota?
  • Me interesó
    89%
    8 votos
  • No me interesó
    11%
    1 voto