o era un juego de realidad virtual ni hacían falta joysticks para practicarlo. Se trataba de guardarlas, preferentemente en un frasco, de diferenciar las comunes de las japonesas o las lecheras, y de saber elegir la “puntera” que era la preferida para jugar los partidos que se armaban en la vereda o cualquier pequeño rectángulo de tierra donde pudiera hacerse un orificio. Es curioso, pero en alguna época los chicos se pasaban tardes enteras practicando al sol o a la sombra. Como dice un escritor sabio, algo raro pasa porque todas las bolitas del mundo parecen estar desapareciendo.