n poquito, una hora, un rato. Con barbijos, con cuidados, con miedos. Con responsabilidad. Pero no me diga, querido lector, que no disfrutó el reencuentro con la naturaleza, con el cielo, con las plantas, con los árboles, con el aire frío pegando en la cara. Aunque sea para tomar un poco de fuerzas, y volver al aislamiento con energía renovada, y seguir combatiendo -entre todos- la pandemia que tanta libertad nos ha quitado.