magínense esta escena desopilante: tres micros turísticos deciden estacionar en una curva donde el cordón cuneta está pintado de amarillo, porque ¿dónde más se puede estacionar un vehículo de gran tamaño, que no sea donde se les canta en gana?
Pero eso no es todo, ¡la diversión no para! El último de ellos decide que es el momento perfecto para frenar en la entrada de uno de los estacionamientos públicos, como si estuviera diciendo: "¡Aquí estoy yo, el rey del tráfico, bloqueando todo a mi paso!"
¿Las causas de esta situación? ¡Claro está! La falta de controles y la sensación de dueño de vereda.
Pasa tan seguido y en tantos lugares que para los peatones y conductores locales, esto no es más que otro día en la tierra del todo vale.
