Este salmón, fresco y despreocupado, ignorante de que su destino se debate entre dos fuegos: los que quieren preservar las aguas más puras del planeta y los que ven en él solo un filete con código de barras esperando ser empaquetado. "¿Soy un ser vivo o un futuro salmón ahumado con impuestos?", debe preguntarse mientras la Legislatura juega al tira y afloja con el ecosistema.
Los ambientalistas lo ven como una amenaza nadante, el enemigo público número dos, detrás de los ingleses. Los empresarios, como una máquina de pesos con escamas. Y ahí está él, en el medio, como en un reality show existencial: “¿soy el rey de los ríos o solo un eslabón en la cadena de exportación?”
Mientras tanto, Tierra del Fuego sigue en suspenso: ¿paraíso natural o salmonera gigante con vista al Beagle? El pez, por su parte, ya está pensando en tramitar un pasaporte. #QueSeaLeyOQueSeaLomo