ientras empresas millonarias como la británica Rockhopper y Navitas Petroleum (de Israel) anuncian que finalmente pondrán en marcha el jugoso proyecto para bombear petróleo en las Islas Malvinas —con 55.000 barriles por día y llenando de dólares a la administración pirata y socios—, el gobierno argentino no ha perdido oportunidad de enviar un valiente comunicado, denunciando la ilegitimidad de la inversión y declararla ilegal por no contar con permisos necesarios desde Buenos Aires. La Cámara de Diputados incluso le pidió a Milei medidas “duras” y no meros comunicados para defender la soberanía.
¿La respuesta del presidente? Un rechazo oficial, que suena firme en papel, mientras en la práctica parece tan vigoroso como un tweet en modo silencioso. Señalando con gesto severo a los británicos e israelíes mientras tanto, esperamos que el petróleo salga solo para no ensuciarnos las manos. Una estrategia diplomática digna de aplauso.