Punto de Vista

Cómo ahogarse en un vaso (sin agua)

03/08/2011
P
or Guillermo Worman

El Gobierno tiene una actitud vergonzosa ante el derrumbe del sistema de potabilización de agua en Ushuaia. No sólo no tiene un plan serio para encaminar los tiempos actuales y los que vienen, sino que ocultó la situación que estalló semanas pasadas. Si se hubiera blanqueado el escenario oportunamente, el contexto preelectoral podría haberle jugado una mala pasada entre la elección general y el balotaje. La gravedad se funda en que es el único actor que tiene conocimiento del estado calamitoso del sistema potabilizador y ocultó la verdad que se vivía plantas adentro.
La vecina ciudad de Río Grande deja abiertamente en off side la incapacidad de las gestiones provinciales para llevar, potabilizar y distribuir agua en una ciudad rodeada de arroyos, ríos, costa marina y humedales. ¿Falta agua o sobra inhabilidad?
El argumento de echarle la culpa a las gestiones anteriores o a la actual oposición legislativa es una vía berreta para no hacer autocrítica y revisar el camino que desembocó en canillas llenas de aire. Según lo que comunican los voceros gubernamentales, estamos ante un desperfecto técnico en lugar de una emergencia sanitaria que incluye el colapso del sistema cloacal. El discurso agrede a la razón y rocía con combustible a un ambiente rodeado de fósforos encendidos. Por ejemplo: ¿el gobierno ya informó a cuánto va a alcanzar la bonificación del servicio o se seguirá pagando la misma tarifa por recibir agua a discreción de algún funcionario?
La DPOSS, según los máximos responsables del gobierno, no funciona mal y tiene una profunda desinversión por la falta de los contribuyentes que no pagan la tarifa en tiempo y forma. Probablemente la conducta de los usuarios en cuanto a dilapidar metros cúbitos innecesarios y de estar en mora en sus pagos no ayuda a la situación institucional de la Dirección de Aguas, lo que demuestra la falta de campañas activas de concientización y la ineficacia para el recupero y actualización del cuadro tarifario.
Lo cierto, aunque esperable, es que nadie salir a decir: “fue un error haber desatendido al sistema y estamos pagando las consecuencias”. En estos casos, irrita más la explicación irreverente que los hechos en sí mismos.
Arranquemos con lo que sucede hoy. Por estos momentos, en la provincia con mayor presupuesto público por habitante del país y una de las más favorecidas por transferencias extraordinarias de la caja de reparto nacional, el gobierno no tiene capacidad de comunicar cuándo finaliza el esfuerzo que tiene que hacer la población de Ushuaia para convivir con la escasez y los cortes del suministro de agua. El argumento, absolutamente falaz, es que el Fideicomiso Austral financiará las obras para la nueva planta sobre el Río Pipo ya que no alcanzan los recursos propios.
Habría que hablar con franqueza: no se han priorizado inversiones para la potabilización y el tratamiento de efluentes de los últimos años. Cualquier análisis básico y superficial de los presupuestos anteriores mostraría los bajos o nulos porcentajes asignados para fortalecer y actualizar el sistema de una ciudad en permanente expansión.
Ahora, tarde como siempre, se ampliarán y crearán nuevas plantas para hacer lo que tendría que haberse hecho hace años. ¿Hace falta ser un gran programador urbano para saber que el crecimiento exponencial de la ciudad iba a terminar en donde estamos, por la desidia mostrada sobre el sistema de servicios sanitarios público de Ushuaia?.
En el ínterin, cada vecino hará lo que la administración provincial no hace. Se buscarán soluciones mediante nuevos tanques domiciliarios (declarados o clandestinos), se acumulará agua en botellones en desuso, bidones u otras alternativas para paliar la incertidumbre que genera la falta absoluta de definiciones. Una vez más, se asumirá que los argentinos estamos destinados a convivir con organizaciones estatales que no hacen lo que deben.
Lo complejo de la situación es que estamos ante una tormenta que no termina de pasar. El gobierno comunica incertidumbre y nadie puede informar con certeza cuándo volverá a funcionar el sistema como corresponde.
Otro capítulo de la parodia es el paliativo de llenar tanques usados con aceite de soja como presunta medida para intentar disminuir el impacto de no contar con agua para cocinar e higienizarse en los domicilios. Esperando felicitaciones, los voceros provinciales expresaron su molestia ante las críticas, cuando en realidad lo único que puede hacer la población y los medios de comunicación es ejercer el derecho de criticar la actitud inoperante de quienes pretender bajarle el perfil a un tema por demás grave.

Cuatro inodoros y un funeral

El pasado sábado se montó una instalación artística para poner en evidencia la catástrofe estructural del sistema de servicios sanitarios. La obra: “Cagar Acá” dijo todo lo que hay que decir sobre el impacto del déficit cloacal y el daño que esto le provoca al ambiente costero de Ushuaia, Sin eufemismos ni expresiones técnicas, con un lenguaje visual irrebatible, el autor, Santiago Pastorino Cané, puso sobre el tapete el problema de una ciudad que cuando toca el botón de sus inodoros el recorrido finaliza a metros de uno de sus principales atractivos culturales y turísticos.
¿Tendremos que aprender a convivir con la escasez de agua en una ciudad que está rodeada de ella, y asumir que dañamos compulsivamente el ambiente por faltas serias al sistema cloacal?. Todo indica que sí.

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