Colaboración

Acciones para el cambio

22/10/2014
P
or María Paula Schapochnik (*)

Voy a comenzar por lo que para mí sería la justificación final respecto de la necesidad de adoptar determinadas medidas. Hay un reciente Premio Nóbel de Economía que sentenció: “La expansión de las capacidades de las mujeres no solo aumenta su libertad y bienestar sino muchos otros aspectos de la vida de todos. Una mejora en la agencia activa de las mujeres puede, en muchas circunstancias, contribuir sustancialmente a la vida de todas las personas…” (Sen, 2001).
Igualmente, la incorporación de la igualdad de género preocupa también a los organismos internacionales no siempre vinculados con los Derechos Humanos.
El Banco Mundial ha señalado que la igualdad de género merece ser defendida porque genera un incremento en la competitividad económica, mejora la productividad de las próximas generaciones (ya que las mujeres controlan mejor los ahorros familiares y cuando son mas educadas y sanas tienen hijos mas educados y sanos) además de aumentar la representatividad y la pluralidad de opiniones en las sociedades modernas (Informe sobre el Desarrollo Mundial 2012, Igualdad de Género y Desarrollo, Banco Mundial).
Cualquiera de nosotros podría pensar que con advertir situaciones de franca inequidad alcanza para emprender cualquier política que corrija injusticias históricas. Pero no es el caso. En materia de desigualdad hacia las mujeres, existe una producción académica, al igual que posturas teóricas como jamás se han visto a lo largo de la historia para argumentar a favor de cambios urgentes, sin embargo, nada es suficiente.
Quizás, asumiendo que la voluntad de modificar algo existe, pero los procesos son mas lentos que lo esperable (recientemente escuché que debíamos esperar al menos dos generaciones para ver cambios) me parece oportuno presentar una de las herramientas de las que se valen los Estados muchas veces, para corregir inequidades.
Ciertamente existen muchas medidas que se pueden tomar, y de hecho se toman en función de las circunstancias de las personas, pero la acción positiva o acción afirmativa o también llamada discriminación inversa es para mi una de las más interesantes, porque no solo viene a mejorar en forma directa la situación de quienes se encuentran en desventaja respecto al ejercicio y goce de determinados derechos, sino que, quien aplique dichas medidas toma una posición clara en cuanto al derecho vulnerado y la intensión de reparar.
Básicamente consiste en un tratamiento desigual que favorece a quienes parten de una situación de desventaja. Tiene por objeto asegurar una auténtica igualdad de oportunidades a todas las personas, bien sea ante el mundo laboral, académico, o ante la vida en general.
Esta acción se basa en la adopción de medidas, que pueden ser legislativas o convencionales, por ejemplo dentro de las instituciones, con carácter temporal, destinadas a remover situaciones, prejuicios, comportamientos y prácticas culturales y sociales que impiden a un grupo minusvalorado o discriminado (en función de su sexo, raza, situación física, origen o cualquier otra condición) alcanzar una situación de igualdad real. En general se utilizan cuando aún existiendo disposiciones constitucionales y legales contra la discriminación, estas resultan ampliamente violadas, o cuando la larga historia de discriminación o segregación deja a las personas en muy malas condiciones sociales, culturales o educativas para enfrentar las exigencias de la sociedad actual. Tienen como antecedente la historia de los Estados Unidos respecto a la esclavitud, segregación y discriminación respecto de los afroamericanos. Su aplicación en términos relativos mejoró las relaciones raciales en dicho país. En la Argentina en el caso de las mujeres, podemos identificarlas en las leyes nacionales y provinciales que establecen cupos de participación femenina, por ejemplo en los partidos políticos o en los sindicatos. Implican el impulso y promoción de acciones que eliminen la desigualdad de hecho y establezcan la igualdad con los hombres en materia de oportunidades, contratación y ocupación.
Estas medidas han planteado defensores y detractores no solo en materia de género. Algunos señalan que estigmatiza, en lugar de corregir la desigualdad, o que el peso de reparar recae en quienes no resultarían responsables directos de dicha injusticia, incluso se ha señalado que alcanzar ciertos objetivos relativos al empleo o a la educación es una cuestión de esfuerzo y logro individual con independencia de la situación histórica de postergación, extremo que no comparto.
Lo cierto es que como comencé señalando, para prestigiosos autores, para organismos internacionales y para la ciudadanía comprometida en general, algo debe hacerse, ya sea porque así debe ser, porque es justo, porque garantiza mayor productividad, o porque conviene a los Estados y a la economía planetaria.
Habrá que estudiar en cada caso si se trata de una medida adecuada a la problemática que se presenta. Poner en marcha la creatividad para un mundo plural y diverso.

(*) Abogada. Magister Interdisciplinaria en Familia.