efinitivamente idéntico a lo esperado. Duro, trabado, cerrado, como le venían jugando los anteriores equipos a la Argentina de Diego Giustozzi. Pero hubo concentración y enfoque al cien por ciento. Todos dejando el alma y fortaleciendo este grupo fenómenal que nos invita a soñar.
Cuatro, con toda la furia cinco chances claras tuvo Ucrania, contra más de 20 de los nuestros que hicieron figura sin dudarlo al arquero rival. Atajó todo, se tiró, enfrió el juego, le permitieron sus caprichos, pero nada pudo con esta ilusión.
Seremos pocos hinchas los argentinos, tan así que nos identificamos sin dudarlo, aunque ayer nos hicimos sentir.
En el trámite la Albiceleste mereció ganarlo antes, no sólo por ocasiones de gol, sino por el dominio en la posesión y el territorio. Salvo la segunda parte del primer tiempo, donde los europeos estuvieron apenas mejor que los nuestros, lo de Argentina fue muy bueno.
No tuvo prácticamente errores en la rotación y los pases, algo que si había ocurrido en los cruces precedentes y aplicó a la perfección la marca a hombre que pidió Giustozzi en la semana, como así también todo el estudio de las pelotas paradas ucranianas, clave de sus maniobras ofensivas.
Al inicio del choque decisivo por los octavos de final, los argentinos tuvieron varias claras, destacable una que tuvo como protagonistas a los hermanos fueguinos Vaporaki, saliendo por arriba la cucharita de Alamiro frente al portero.
Después de los 10´ se vio lo mejor de los europeos, subiendo la defensa a tres cuartos de cancha y presionando la salida. Tuvo un remate en el primer palo de Sarmiento y otro disparo cruzado como acciones más relevantes.
No obstante la Argentina aguantó aquellos embates y desde el comienzo del complemento tuvo un dominio absoluto sobre Ucrania.
Mucho porcentaje de este cambio en el dominio se debió al ushuaiense Constantino “Kiki” Vaporaki, porque el #10 se cargó la presión en sus espaldas, pidió la pelota y generó situaciones que la Argentina había creado pocas veces en la fase de grupos.
Los buenos pivoteos de Brandi posibilitaron la descarga en una referencia de ofensiva y todo ello se sumó al impulso del público desde las gradas. Ucrania estaba metida en un arco.
En una mala salida, “Kiki” recupera y la pincha ante la salida del arquero, pero el balón besa el poste derecho. Acto seguido Wilhelm, el capitán, mete una doble pared con el “Titi” Borruto que el delantero no puede empujar con el arco a su merced.
Volvió a pivotear el español nacionalizado argentino y bombeó Basile, pero el arquero respondió. Probó Cuzzolino, se fue cerca. El sufrimiento no quería terminar. ¡Alargue!
Ya metidos en los dos tiempos de 5 minutos que terminan por definir la suerte de los seleccionados cuando no se pueden sacar ventaja, Argentina siguió dominando con jerarquía, casi sin sufrir sobresaltos excepto un ataque que remataron al centro.
Pero el cerrojo continuaba y la caprichosa se ponía cada vez más rebelde.
A “Kiki” poco le importaba la situación. Un pibe que desde chico supo como agarrar la pelota y comandarla de la mejor manera se cargó el protagonismo al hombro y ganó la quinta falta europea.
En penalización para el segundo tiempo, los europeos no supieron como detener los avances argentinos hasta que, cuando todo nos llevaba a los penales a un minuto y medio del final, infracción favorable a los sudamericanos. ¡Teníamos la mejor chance!
La experiencia de un zurdo hábil y preciso como Cuzzolino tomaron la responsabilidad. Remate franco a la derecha del arquero como indican los libros, roce en el poste y festejo desaforado.
Estamos en cuartos y el domingo desde las 17.30 (ARG) nos jugamos el pase a la semifinal por primera vez en la historia. ¿Será Italia o Egipto? ¡Qué más nos importa después de este hermoso sufrimiento!
