on una nota fechada este día, el gobierno británico propone a la Cancillería argentina “someter a un tribunal “ad-hoc”, los diferendos sobre los territorios australes (…) Ese mismo día el Reino Unido presentaba una demanda ante la Corte Internacional de La Haya, pidiendo fuera obligada la República Argentina a cesar en intervenciones dentro del área designada por las Cartas Patentes de 1908 y 1917”. (Ernesto J. Fitte. Crónicas del Atlántico Sur).
El 4 de mayo de 1955, el canciller argentino Jerónimo Remorino declinó la invitación británica a un arbitraje por las disputas de territoriales australes, que abarcaban las islas del Atlántico Sur y el Sector Antártico.
En el mes de julio, el gobierno argentino también rechazó el recurso británico ante la Corte de La Haya, por considerar que no tenía competencia para fallar sobre el tema, dado que “la soberanía territorial no puede someterse a discusión, ni ser puesta en duda…” Esta presentación provocó que las actuaciones fueran archivadas el 16 de marzo de 1956.
La Carta Patente, del 21 de julio de 1908, emitida por el rey Eduardo VII, dispuso que las islas Georgias del Sur, Orcadas del Sur, Shetland del Sur, Sándwich del Sur y el territorio antártico de la Tierra de Graham (Tierra de San Martín) pasen a ser dependencias de las Islas Falkland, incluyendo dentro de esa jurisdicción a Tierra del Fuego, parte de Santa Cruz y el sur de Chile. Además de esos territorios, la norma unilateral británica incluía también más de un millón de millas cuadradas de mar.
Tanto el gobierno argentino como el chileno protestaron por esta absurda y arbitraria medida, en el marco de la mayor indiferencia por parte del Foreign Office y sin ofrecer ninguna respuesta diplomática.
Recién, el 28 de marzo de 1917, Londres rectificó la unilateral medida con una nueva Carta Patente, que estableció los límites de sus pretensiones imperiales australes entre las longitudes 20º y 50º Oeste al sur de la latitud 50º Sur, entre las longitudes 50º y 80º al sur de la latitud 58º Sur. La superficie del área pretendida ascendía en total a tres millones de millas cuadradas, equivalente al uno y medio por ciento de la superficie total del planeta.
Las Cartas Patente en la Gran Bretaña son un decreto real del tipo de las Cédulas Reales de la administración virreinal española. Son la máxima expresión jurídica del Estado.
