yer fue encontrado sin vida, en una precaria casilla de la Margen Sur de Río Grande, Sebastián Agustín Guenteo Olivera, una persona de 37 años que en el 2013 fue enjuiciado y condenado a la pena de 3 años de prisión en suspenso por haber lesionado con un arma blanca a su mujer, que estaba embarazada, y a su hijo de 3 años de edad.
Guenteo Olivera estaba ocupando una casilla ubicada en calle Koyuska 48 y lo hacía en condiciones de indigencia. Los primeros indicios establecieron la presunta muerte por la ingesta de bebidas alcohólicas y las bajas temperaturas de las últimas horas, porque no existen evidencias violentas. De todas maneras, desde el Juzgado de Instrucción en turno se ordenó realizar una autopsia para despejar cualquiera duda.
El joven fallecido ganó trascendencia por un hecho de sangre que cometió el 27 de octubre de 2012, cuando fue acusado de tentativa de homicidio en perjuicio de su pareja y de un hijo que tenía en común, que en ese entonces tenía tres años de edad, a quienes les provocó cortes con un cuchillo, en un grave hecho de violencia familiar que, en ese entonces, no se podía calificar con el agravante de violencia de género.
Entre los días 29 y 30 de mayo de 2013, se realizó el juicio oral contra Sebastián Guenteo Olivera, a quien se le formalizó la acusación por “homicidio en grado de Tentativa, en concurso real con lesiones graves calificadas”, impulsada por el entonces fiscal Guillermo Garone.
Sin embargo, con el transcurrir de las audiencias y con el testimonio clave de la pareja del acusado, quien minimizó los hechos, indicando que todo fue producto de un “accidente”, favoreció la situación procesal del acusado, por lo que finalmente se le morigeró la calificación del delito por una más leve.
Así fue que el Tribunal de Juicio en lo Criminal del Distrito Judicial Norte a cargo de los jueces Juan José Varela, Eugenio Sarrabayrouse y Daniel Borrone condenó a Guenteo Olivera a la pena de 3 años de prisión en suspenso al considerarlo autor penalmente responsable del delito de “lesiones graves culposas” en contra de su pequeño hijo de tres años, en tanto que por las heridas de su mujer, fue condenado por el delito de “lesiones leves”.
Dicha condena impuesta por el Tribunal permitió que el imputado logre recuperar la libertad una vez finalizado el juicio oral, aunque se debió someter por el período de dos años a un tratamiento psicoterapéutico, al considerarlo una persona violenta, quedando sujeto al Patronato de Presos Liberados.
Los jueces consideraron que Guenteo Olivera fue responsable de las lesiones sufridas por su mujer y su hijo, pero descartando la intención de matarlos.
