Punto de vista

La esperanza por sobre todas las cosas

10/04/2023
E

scribo esta reflexión personal, enraizada en un sentimiento de tristeza, pero también, paradójicamente esperanzador.

Desde el 2020 a esta parte, se produjeron varios hechos en Ushuaia que me impulsaron a involucrarme en las “cosas de la ciudad”.

Ello decantó en mi participación como candidato en la lista de Juntos por el Cambio para las elecciones de Convencionales Constituyentes.

En ese entonces, el diputado nacional Federico Frigerio me convocó con el objetivo –entendí altruista– de trabajar por la vida democrática de la ciudad en un supuesto proyecto a largo plazo.

Es así, que participé activamente tanto en la campaña, como durante el acto electoral y luego en la Convención Constituyente; allí pude ver las primeras miserias del “arco opositor”, pues cada Convencional –salvo las honrosas excepciones de Ramiro Requejado, Myriam Canga y Viviana Remy– se manejó apegándose de forma celosa a los lineamientos de sus intereses personales.

De la misma manera y en ocasión del cierre de listas para las próximas elecciones, fui testigo –ingenuamente– del autoritarismo, el verticalismo y la más absoluta falta de visión que reina en la alianza Juntos por el Cambio.

En efecto, se decía del actual Intendente que su intención era perpetuarse en el cargo, pero lo cierto es que los actuales candidatos Pablo Blanco y Federico Frigerio, no se quedan atrás.

Ellos entablaron una inexplicable guerra sin cuartel contra valiosos referentes del espacio, generando su alejamiento y forzando su participación por fuera de la alianza.

Así, serán responsables –en caso de producirse la reelección–, de una inédita e histórica concentración del poder en manos de las actuales autoridades y el consecuente debilitamiento del sistema democrático local.

Por otro lado, han sido factor de discordia dentro de la alianza, jugando “a las escondidas” hasta el último minuto con valiosos candidatos, forzando acuerdos en términos maniqueístas, promoviendo la desunión y el alejamiento de “nuevos cuadros políticos”.

Ellos, son los responsables de que la alianza lleve en su improvisada boleta a un candidato a Intendente que reside fuera de la provincia hace años y, que por eso, desconoce la problemática local. Es sabido: Tomás Bertotto no está a la altura del cargo para el cual se postula.

Blanco y Frigerio, han colocado sus intereses por sobre los de los ciudadanos, buscando salvaguardar su poder y ahuyentando a las “caras nuevas” que realmente querían hacer las cosas bien.

 

Dígase entonces, que están utilizando sus candidaturas para un proyecto político personalista y con el único objeto de posicionarse y acumular poder. Son ambos, en otras palabras, más de lo mismo.

En “Las Huellas del Rencor”, el ensayista Santiago Kovadloff hace una semblanza de la aparente “oposición” que se ejerce a nivel nacional en el Congreso de nuestro país y reflexiona: “(...), la sociedad se inquieta y angustia al verificar el espesor de las dificultades con que tropieza la oposición para sanear las prácticas parlamentarias y contener los desbordes oficialistas. Es indiscutible que pericia y rapidez para orquestar su accionar no les ha sobrado ni a los diputados ni a los senadores no oficialistas. Y que han probado ya varias veces cuánto les cuesta constituir liderazgos consensuados. Pero la oposición es el recurso –el único recurso– del que dispone el país para construir una alternativa democrática ante un oficialismo que no lo es ni demuestra interés en serlo. Nadie sensato puede ignorar la abundancia de sus estrecheces y precariedades. Sin embargo, la intransigencia ante sus limitaciones actuales nos ayudará a mejorar lo que es indispensable. Es preciso que la opinión pública, sin abandonar su lúcida vigilia crítica, se reconcilie con la paciencia. Ser exigentes no es lo mismo que ser fundamentalistas. Ciudadanos y verdugos no ejercen el mismo oficio. Y no habrá renovación auténtica del poder si a ese aprendizaje se le niega el derecho a cumplirse en un escenario de extrema complejidad. Todo esto requiere cultura cívica y no se le va a lograr sin templanza y reflexión. Ello no vale sólo para los políticos. Vale también –y mucho– para la sociedad que es, después de todo, el suelo donde crece la clase dirigente. (...)”.

 

Esas palabras, plenamente extrapolables a nuestra realidad, resuenan en los oídos de la gente, que hoy busca algo nuevo: al político que se conciba como un servidor público.

Al principio mencionaba que escribo estas líneas desde la tristeza y ello obedece al hecho de que por decisión propia, y frente al turbio panorama referido, me vi en el deber moral de apartarme del espacio.

Nobleza obliga, todos esas contrariedades vividas el último tiempo, han generado esperanza y ganas de algo distinto.

Una esperanza que despertó en el corazón de varios fueguinos que queremos otra cosa: una dirigencia política honesta, austera y diligente.

Con paciencia y determinación, lo vamos a lograr. Allá vamos.

 

Alejandro Pagano Zavalía

D.N.I. Nº 31.061.812

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