ldquo;Corría el año 1946, cuando el entonces jefe de la Policía, capitán de navío don Jorge Gunther, propone a los vecinos de Ushuaia, que aúnen su esfuerzo en la lucha contra el fuego, organizando su accionar, centralizando una labor dispersa que restaba eficacia ante cada incendio, gestándose así el embrión de lo que luego fue el Cuerpo de Bomberos Voluntarios” (Arnoldo Canclini. Ushuaia 1884-1984).
Así surgió esta institución, imprescindible en una región donde el empeño por contrarrestar las bajas temperaturas promueve algunas acciones imprudentes, que ocasionan frecuentemente siniestros y víctimas.
El primer jefe del cuerpo fue Francisco Torres y su comandante Juan José Claus. Entre los que integraron ese primer contingente de bomberos voluntarios estuvieron José y Eduardo Torres, Segundo Silva, Mile Jurinovic, Juan Macías, Jorge Fernández, Abel Muñoz, Enrique Cisterna y “ya entonces, entre ellos había un cadete aspirante a bombero, el joven Carlos Manuel Beban”, quien fue luego durante muchos años “Jefe del Cuerpo Activo”.
La primera sede estuvo ubicada en Lasserre y Maipú, donde luego se construyó el Hotel Albatros. “De a poco fueron llegando los primeros elementos de lucha contra el fuego: una autobomba Leroux, dos pequeñas motobombas Albin y un jeep, materiales todos cedidos por nuestra marina. Más tarde el jeep fue reemplazado por un carro de asalto, para remolque de la motobomba Leroux”.
Luego, con mucho esfuerzo de la comunidad se logró levantar el primitivo cuartel, en el sitio donde se ubica actualmente. Entonces, “el jefe de Policía, capitán de fragata Atilio Barbadori, junto a un grupo de vecinos, acuerdan constituir una comisión provisoria y dar posteriormente a la Institución, sus autoridades definitivas. Se inscriben así en la historia del Cuartel, nombres como los de Lorenzo Della Bella, Pedro Karnincic, Julio Canga, Vicente Martínez, Andrés T. Bronzovich, Jorge Aguilar, Oscar Rubinos, Luis Soro, Iribarne, etc.”.
Al ser consultado sobre las razones que tiene una persona para hacerse bombero voluntario, Roberto Scatena respondió: “Quien siente la necesidad de ser bombero porque sabe que la comunidad debe ser protegida contra el fuego, ingresa al Cuerpo consciente de los sacrificios que le exigirán, aprende a amar a la familia bomberil y se siente atado a ella con lazos invisibles pero sólidos, indestructibles”.
