l “terremoto de 1960 fue el más poderoso de todos los tiempos: 9,5 grados en la escala Richter (…) El temblor duró hasta el 6 de junio”. El “21 de mayo, a las 6:02 horas comenzó a moverse el suelo en el sur de Chile: se midieron temblores de 7,5 grados de la escala de Richter. Y al día siguiente, a las 15:11 horas, ocurrió el terremoto de Valdivia, el sismo más grande en la historia humana” (Gaby Weber. Argenpress, 3/10/2011).
Weber sostuvo la hipótesis de que esos terremotos podrían estar vinculados a explosiones llevadas a cabo por su país en Santa Cruz. “En 1960, los físicos Edward Teller y Herbert York querían probar su nueva arma nuclear, pero (…) el gobierno de los Estados Unidos no podía hacerlo en su propia tierra. El 15 de mayo del 1960, York, jefe de desarrollo de armas nucleares del Pentágono, arribó a Argentina. Y a partir del 21 de mayo, empezaron las explosiones subterráneas en Patagonia, cerca de Puerto Deseado”.
En esa época, existía un “convenio de cooperación militar entre Argentina y Estados Unidos que abarcaba también “pruebas atómicas” (…) El gobierno argentino me ha negado el acceso a los libros de los aeropuertos y de Migraciones. Mantiene en secreto el texto del acuerdo sobre la cooperación con (…) Estados Unidos y (…) los debates no públicos en el Senado sobre la visita de York y sus operaciones en el país. En mayo del 1960, los senadores habían convocado (…) al Ministro de Relaciones Exteriores, Diógenes Taboada, para responder preguntas sobre los planes del Pentágono en Argentina”.
Weber solicitó infructuosamente informes al Pentágono sobre ensayos atómicos y la visita del jefe de desarrollo de armas nucleares. Sin embargo, pudo comprobar que “cuando un estrecho colaborador de York planeaba viajar a Buenos Aires, en agosto del 1960, pidió asistencia consular al Departamento de Estado” y aludió a “la visita anterior de York”.
Los expertos descartan que terremotos de esa magnitud puedan ser causados, aunque podrían “ser provocados por explosiones subterráneas”. Weber consultó al profesor Víctor Ramos, director de Geología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales: “Del punto de vista físico, uno podía imaginarse cierto tipo de actividad o acciones que pueden permitir la liberación de un terremoto. Cada vez que uno hace una actividad importante en la corteza, uno puede originar algo (…) Pero de ahí, a producir un terremoto, es una gran distancia”.
