rriba a Ushuaia el buque Guardia Nacional transportando al español Eduardo Puente Carracedo, quien se desempeñaba a bordo como panadero. A poco de llegar, es dado de baja “por mal comportamiento” y “ser revoltoso entre la tripulación”, según un sumario policial posterior.
Desde entonces – continúa el texto-, “quedó en esta capital trabajando como repartidor de pan, después como carpintero, y últimamente de periodista”, al haber publicado el semanario “El Sur Oeste”.
De ese periódico sólo se conservó el número cuatro, del 30 de noviembre de 1920, editado como una hoja manuscrita de ambos lados. La portada estaba encabezada con el título: “Defender a la justicia es estar contra la autoridad”.
El artículo apuntó al gobernador Manuel Fernández Valdés y sostuvo: “nuestra idea está defendiendo el derecho de los ciudadanos ultrajados, Jamás en Ushuaia se había llegado a semejante estremo. Autoridades poco reflexivas lo provocaron sin tener en cuenta los intereses y la libertad de los hombres” (Arnoldo Canclini. El periodismo en Tierra del Fuego).
Luego, le aconsejó al gobernador que “vuelva sobre sus pasos y no exponga al pueblo a más peligros” y “dé las gracias a los vecinos que influyeron sobre el sufrido y valiente cuerpo de Guardia Cárceles, que indignados con el proceder de la Policía querían presentarse en la población armados y equipados, a defender los derechos hollados”. Convocó para “el domingo 3 de Diciembre”, en el “antiguo local del cine del Pino”, a “un meting sobre el proceder de las autoridades ante la opinión del Pueblo y el programa del nuevo gobierno de la república. Habrá varios oradores”.
Luego el militante anarquista fue detenido. Una denuncia sostuvo que fue encerrado “descalzo, desnudo y sin gorra” y fue víctima de un “bárbaro apaleamiento en los mismos calabozos de la Policía”. Cuando fue liberado presentó un cuadro de “equimosis en los ojos, desfigurado en forma lastimosa y con tremendos golpes y tumefacciones desde la cintura hasta la nuca”.
Más tarde, fue expulsado hacia Chile, donde reincidió en su prédica y fue intimado a regresar a su Galicia natal. Allí participó, en 1931, de un levantamiento popular en Santiago de Compostela que proclamó la República Gallega, que lo “tuvo como líder y ferviente orador” (op. cit.). Su desempeño tuvo un fin trágico en la Guerra Civil Española.
