a revista Argentina Austral, en su número 185, publica un artículo donde rinde homenaje a los pobladores que se encontraban radicados en la Colonia Agrícola Río Grande en el momento de su fundación, con motivo de cumplirse el primer cuarto de siglo de esa decisión adoptada por el gobierno encabezado por Hipólito Yrigoyen.
El decreto de 1921 dispuso la fundación de colonias agrícolas, pastoriles y pueblos en los entonces territorios nacionales de Chaco, Formosa, Misiones, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. En el caso de Río Grande el trazado de la colonia abarcaba una superficie aproximada de cinco mil hectáreas.
El artículo publicado, con la firma de Juan Muñiz, clasificó en dos grupos a los pobladores que habían estado presentes en el momento de la constitución de la colonia, según habitaran la zona urbana o rural del área establecida para la flamante población.
Los vecinos enumerados para la zona urbana, indicando el año de radicación, fueron los siguientes: “Francisco Bilbao (1905), Efraín Arteaga (1909), Pedro Triviño (1913), Juan Fernández (1914), Luisa de García ( 1917), María R. Imperial, Genoveva Imperial, señora de Martínez, Juan Ferrando (h), Laureano Clausen (1917), Santiago González (1918), Herminio Vargas, Casiano Pérez, Manuel Ardanaz (1919), Manuel Arias, Ernesto Farina (1920), Teodoro Chamorro (1921), Domingo Rivero Toledo, Manuel Gil, Vicente Barría, Enrique García, Marcos Obregón, Antonio Andrade, Santiago Ojeda y Bruno Mansilla”. Al finalizar el párrafo el autor se disculpaba por “otros que lamentamos no conocer”.
En tanto, entre los pobladores de la zona rural se mencionaban a “Guillermo Shuterland (1903), Miguel Susic (1907), Antonio Livacic (1909), Esteban Mímica (1912), Doimo Caballini (1913), Eliezer Pizarro (1915), Alejandro Lias Pol (1916), Segundo Fernández (1919), Juan Asvini, familias de Bridges y Reynols, Pascual Crema (1920), Néstor Mansilla (1920), Antonio Ojeda (1920), Toribio Neira ( 1920), Mac Ben, Juan Díaz, Arturo Guglieme, William Ley, Donal Macleod, Norberto Vega, Antonio Oñate, Santiago Caraboy”, reiterando: “y muchos otros cuyos nombres no conocemos”.
En la segunda década del siglo XX la población del norte de la isla alcanzaba a unas 350 personas y el frigorífico era una flamante unidad productiva llamada a dinamizar la economía de la zona.
