Muere en Río Gallegos Capipe, el último de los tehuelches
El 18 de julio de 1953

Muere en Río Gallegos Capipe, el último de los tehuelches

18/07/2016
E

l certificado de defunción deja constancia del final de Rafael Capipe, el último de los tehuelches. El deceso se produjo en Río Gallegos, donde el descendiente de los milenarios nativos patagónicos vivió sus últimos días en condiciones deplorables.
En su etapa activa, se había desempeñado como peón rural en distintos establecimientos santacruceños, donde se había destacado como un hábil domador. Un accidente laboral lo dejó marcado. Cuando estaba “realizando trabajos de amanse de potros en la estancia Punta Loyola, vaya a saberse cómo, el cabezazo de un animal le vacía el ojo izquierdo”. Durante tres años realizó gestiones infructuosas para obtener una compensación por el daño sufrido durante su jornada laboral, pero los estancieros no se compadecieron de él (Osvaldo Topcic. Historia de la provincia de Santa Cruz).
Cada vez con mayor frecuencia visitaba la ciudad de Río Gallegos, se fue quedando y profundizando su adicción al alcohol, protagonizando numerosos incidentes que  engrosaron su prontuario policial.
Allí, se instaló en una dependencia de la obra de un hospital, cuya construcción quedó paralizada. Un testimonio dio cuenta que allí vivían de 40 a 50 familias. Le dejaron “para alojarlo ahí en los pasillos, no una habitación”, tenía un espacio “de tres metros, y entonces Capipe metió sus pilchas; ahí se metió, ahí dormía, ahí comía. En un tacho de 20 litros le ponía fuego adentro, atravesaba un pedazo de carne, y cocinaba a pura llama nomas, quemadito”.
Su dependencia de la bebida fue creciendo y llegó a tomar “alcohol fino con azúcar cuando no tenía para tomar”. A veces se juntaba con cuatro o cinco colegas y “se ponía a cantar cuando ya estaba entonado, y me gustaba escucharlo, no sé si era su pena, o recordaba ciertas épocas (…) cuando ya conseguía un churrasco, se largaba a cantar, cantaba una hora, hora y media, lloraba, lo he visto correr sus lágrimas”.
“Y murió ahí abandonado, murió solo, murió todo empiojado (…) amaneció muerto solo, tapado, así que le sacamos toda la ropa, pero vos agarrabas la ropa, y era la pila así de piojos”.
“La mitad final de la vida de Capipe parece un suicidio lento; una espiral que a medida que se acercaba a su centro, quedaban en el camino los retazos, o los jirones de una tradición de siglos, que no tenía reparación ni retorno…” (op. cit.).

Autor : Bernardo Veksler
Etiquetas
Cuál es tu opinión sobre la nota?
  • Me interesó
    100%
    34 votos
  • No me interesó
    0%
    0 votos