echada este día, una nota del Juzgado de Paz dirigida al director de la Cárcel de Reincidentes, firmada por Julio Salvadores, informa sobre la conducta de un ex penado de apellido Lara y apodado El Toscano, que “siempre ha dado trabajo a la policía que lo ha reducido preso, por varias veces, por diferentes infracciones, entre ellas algunas por sospechas de hurto, por todo lo cual la policía se vio obligada a vigilarlo constantemente”.
Sobre los antecedentes del sujeto, se añade que “ha estado una vez preso en Buenos Aires por circular billetes falsos y otra vez por hurto, siendo remitido después a la Cárcel de Reincidentes en este Territorio y de la cual salió en libertad por haber cumplido su condena en setiembre del año pasado”.
“El tiempo de condena de los reclusos enviados a Ushuaia variaba. Eran, en muchos casos, penas breves, de pocos meses de prisión. Una vez cumplida ésta, algunos, por falta de medios económicos, tenían que quedarse en la localidad. El Gobierno central consideraba que no se hallaba obligado a otorgar a los ex penados pasajes sin cargo para regresar a Buenos Aires” (Olga Bronzovich. Revista Karukinka N° 19 y 20).
A pesar de esta circunstancia, no era muy común que los liberados protagonizaran actos de violencia o delictivos en la ciudad, por lo general, predominaba un criterio de adaptación a la sociedad que los cobijaba. “De las actuaciones libradas ante el Juzgado de Paz de Ushuaia entre los años 1896 y 1905, se detecta que solamente tres ex reincidentes y un reincidente han sido procesados”.
Eran los primeros tiempos de la historia penitenciaria fueguina y aquellos que demandaron la intervención policial para contrarrestar alguna acción delictiva, no podían ser juzgados en Tierra del Fuego, dado que “carecía de Juzgado Letrado”. Por consiguiente, los acusados debían ser “enviados a Rawson (Chubut) (…) el Juez de Paz estaba facultado a disponer de plazas en los transportes nacionales para evacuar los presos de la localidad”.
Cuando se requería el traslado, el “procesado era entregado al comandante del buque, y así también el sumario instruido en sobre lacrado. Éste, a su vez, hacía entrega del acusado al Subprefecto de Puerto Madryn, y además era portador de la comunicación al Juzgado de Chubut, para que enviasen custodia para el traslado del presunto delincuente de Madryn a Rawson” (op. cit.).
