n una nota, fechada este día, “Juan Cornell, encargado de las Tribus Amigas” se dirige “al Ministro de Guerra y Marina don Julián Martínez” al que informa de que el cacique Casimiro Biguá había solicitado ser acompañado por (Doroteo) Mendoza, quien había permanecido entre las tribus y que “además reúne en su persona la calidad de juicio y probidad (según informes que he tomado de personas de esta capital) y que por otra parte este sugeto esta animado de hir á permanecer entre los indios del estrecho y parece útil al Gob. Nacional, lo propongo en calidad de Comicionado especial p.a. ese fin”, para asignarle “una tan seria como penosa comicion en el desierto…” (Norma Sosa. Cazadores de plumas en la Patagonia).
Un mes después, “se le da de alta en la clase de Capitán de Guardias Nacionales. Las órdenes emanadas del Comandante Cornell son dirigidas a él en carácter de Encargado Especial del Gobierno Nacional y escribiente secretario del casique Dn. Casimiro Viguá ciudadano Dn. Doroteo Mendosa”.
Cornell detalló las estrategias que debía ejecutar para asegurarse el contacto con los nativos: …”procure que los tehuelches se dediquen a labrar la tierra para después probarles útiles de labranza” y semillas. Debía convencer “a los chasquis de la conveniencia para ellos y sus tribus en mandar á esta capital á sus hijos de ambos sexos a educarse de cuenta del gobierno aprovechando la oportunidad”.
Mendoza era probablemente oriundo de Montevideo y fue un personaje al que además de guardia nacional, se le adjudicó labores de espía, empleado a sueldo y secretario del cacique Casimiro. “Aunque fue un personaje ambiguo, su actuación ha sido magnificada probablemente a causa de su destino final” (op. cit.).
Luis Piedra Buena fue quien lo recomendó para actuar como nexo con los nativos santacruceños, a los fines de sumarlos a los actos de soberanía argentina que se proponía realizar en la región, en esos momentos de disputa con Chile.
El principal escenario de las conversaciones fue la isla Pavón, que incluían también transacciones comerciales, sobre todo pieles de guanaco y plumas de ñandú a cambio de aguardiente.
En 1865, Mendoza salió a hacer una recorrida por la zona y, poco después, su caballo regresó sin jinete. Sus restos nunca aparecieron, aparentemente fue asesinado por un celoso yerno de Casimiro.
