n la edición de este día del diario El Magallanes de Punta Arenas, se publica un comentario del profesor Ernesto Livacic G. sobre el libro El último ona, una “novela juvenil” de la escritora chilena Eliana Ladrón de Guevara, que aborda el proceso de extinción de la etnia selk´nam, sufrido entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, e imagina una instancia fantástica de preservación de su milenaria cultura.
La traumática y virulenta desaparición del hábitat milenario de los pueblos originarios fueguinos vuelve a alentar a las musas inspiradoras. El protagonista de la narración, luego de su iniciación en la ceremonia del hain, sufre un profundo cambio interior y adquiere una nueva identidad bajo el nombre de Selcha. “No solamente manifestará su incorporación a la adultez uniendo su existencia a su amada Minkiol”, sobre todo, se sentirá llamado a suceder al “chamán y médico de su pueblo”. A través de sus sueños recibe los mensajes de su antecesor que lo exhorta a continuar con su delicada función. Para cumplir esa misión, “deberá enfrentar un gran peligro que se cierne en el futuro sobre su comunidad. Selcha inicia un largo viaje (tanto exterior como, sobre todo, interior) para descubrir ese peligro, el cual se hace presente durante su ausencia en forma de una epidemia que provoca muchas muertes, entre ellas la de Minkiol y del hijo que esperaba de él”.
En la novela se “ofrece un novedoso vuelco en la cronología y en los personajes, cuatro adolescentes chilenos, varones y mujeres, con nombres actuales, reciben de Selcha, con quien se encuentran por afortunada coincidencia, la invitación a conservar viva la historia y espiritualidad de los onas, invitación que aceptan”, y se disponen a preservarla asumiendo el compromiso en “una solemne ceremonia ritual”.
La autora invita “a sus lectores, como a los cuatro adolescentes” a “disfrutar de la fantasía y de la realidad en ella envuelta, una y otra acertadamente representadas; a apreciar los ingredientes constitutivos de nuestra identidad, a preservarlos y vivirlos, y a ser no solamente espectadores pasivos de una hermosa aventura humana sino coparticipantes activos en la misma”.
Antes de El último ona (Ediciones SM, 2004), Eliana Ladrón de Guevara publicó los relatos para niños Nereo y Operación Luciérnaga.
