n una carta, fechada este día, Tomas Bridges hace una descripción de la mortandad diaria que afectaba a los niños nativos, debido a la reiterada aparición de enfermedades que sus organismos resultaban indefensos para soportar.
“Al volver aquí (lo que ocurrió el sábado pasado), comprobamos que una de nuestros niños había muerto poco después que nos fuimos y que otros cuatro estaban lejos de sentirse bien, con un mal que parecía estar llevándose a los nativos con mucha rapidez. Parece haber empezado en la isla Gable, pero al presente es general. Los niños enfermos son Willie Bekenham, James FitzRoy Button (estos dos niños eran nietos de Jemmy Button), Bertie Windlesham y Lizzie. Wallace Cummins Lee ha llegado al hogar, a pesar de nuestra expectativa, pero parece estar cayendo muy rápidamente. La niña que murió en nuestra ausencia ha estado en el hogar poco tiempo. Desde el principio, había pensado que ella no se recuperaría de sus anteriores privaciones” (Tomas Bridges. Los indios del último confín).
En la carta dirigida a la South American Missionary Society, se amplió el informe sobre la tragedia en curso: “Cuatro o cinco de los nativos de fuera están peligrosamente enfermos y temo que habrá poca posibilidad de su recuperación. Alfred Mahten ha fallecido, después de una breve y molesta enfermedad. Tenía su mente puesta en el fin y era un joven muy inteligente (…) Ayer a la mañana fui a ver a Wm. Bartlett (nativo), que está enfermo. Pensé que moriría por la enfermedad, lo que parece bastante probable…”
También, reflejó su preocupación por el destino de los niños que quedaban huérfanos, debido a la costumbre de adjudicar la responsabilidad de su mantención a la familia paterna y que las esposas que no eran sus madres se desentendían.
Para entonces, el descenso de la población originaria era notable. “Desde Yundagia hacia el Este, hasta Cabo San Diego, o sea la zona reclamada por Argentina, estimo que el número de los nativos es de unos quinientos, yaganes y onas”. Bridges estaba esperanzado en obtener socorro “por medio del teniente (Giacomo) Bove”, ya que “hablará con el presidente y solicitará esa ayuda y yo hablaré o escribiré al obispo sobre el mismo asunto”.
El texto de las cartas refleja, también, la influencia adquirida por los anglicanos entre los nativos, al identificarlos con nombres ingleses.
