ste día, se lleva a cabo la ceremonia de degradación del mayor Guillermo Mac Hannaford, acontecimiento inédito en la historia del Ejército argentino. La ceremonia se desarrolla en el Colegio Militar de El Palomar.
A las siete de la mañana, el patio principal “presentaba un impresionante panorama. El cuerpo de cadetes, formado en cuadro. A un costado, setecientos jefes y oficiales de las unidades, dependencias e institutos militares (…) Mac Hannaford es conducido ante ese cuadro, en medio de un pelotón de ocho soldados al mando de un sargento. Al avanzar el condenado hacia el centro de la formación, los cadetes montan armas sobre el hombro. Se oye el prolongado (…) sonido del corneta llamando a silencio”. Todas las miradas se concentran en él, “que se muestra aplomado y sereno”. Un coronel pronuncia “en tono firme las palabras rituales: (…) Sois indigno de llevar las armas y vestir el uniforme de los militares de la República. En consecuencia, en nombre de la patria, os declaro degradado”. Luego, se arroja su sable al suelo y se le quita “con gran violencia las presillas y el distintivo de oficial de Estado Mayor” (Armando Alonso Piñeiro. Revista Todo es Historia N°20).
Mac Hannaford había sido acusado de entregar documentación secreta a Paraguay, cuando libraba la Guerra del Chaco con Bolivia. El proceso dejó al descubierto las intensas internas de la oficialidad, de la que el mayor pudo ser víctima. Todas las acusaciones estuvieron fundadas en informes de servicios de inteligencia que se hicieron funcionales a uno de los bandos de la disputa.
“El proceso duró año y medio, realizándose en el más impenetrable secreto, hasta el punto que la prensa no pudo enterarse de nada (…) al trascender que el fallo estaba a punto de dictarse, la opinión pública adquirió una conciencia más clara de lo que esto significaba. Era un delito sin antecedentes en la historia argentina: traición a la patria”. Un trascendido indicó que le fue suministrada una pistola a Mac Hannaford, pero éste se negó a suicidarse, insistiendo en su absoluta inocencia.
Además de la degradación, fue condenado a reclusión perpetua, que cumplió en el penal de Ushuaia, donde permaneció hasta 1956, al ser indultado por el gobierno de facto de Pedro Aramburu. Para entonces se encontraba afectado de tuberculosis. Falleció en 1961.
