ldquo;Este día sentimos cuatro grandes terremotos, de los cuales tres fueron muy terribles; a pesar de las violentas conmociones y temblores de la tierra, no encontramos desplazamiento alguno del terreno. Fuertes vendavales del norte, con intensas caídas de lluvia”, completaban el panorama aterrador que sufrían el personal de la expedición comandada por George Anson, al navegar por el estrecho de Magallanes (John Bulkeley y John Cummins. Un viaje a los mares del sur en los años 1740-1741).
En esos días, la tripulación se encontraba en estado de agitación por los inesperados sufrimientos y los terremotos vinieron a potenciar el clima de insurrección. Los marineros exigían regresar, pero creían que el capitán los engañaba, a pesar de haberlo prometido.
“Ahora hay grandes perturbaciones entre la tropa en relación a lo de ir al norte”, al ver que continuaban “cruzando el Estrecho de Magallanes. Hay una suerte de furor partidario entre la tropa, fomentado por una clase de soborno que entre marinos tiene más influencia que el dinero; a diario algunos son comprados con ron y otros licores fuertes. Si no se pone fin a estos comportamientos nunca saldremos de aquí”.
Dos días después del movimiento sísmico, “las perturbaciones aumentan entre la tropa; vemos a las claras que surge un partido para ir hacia el norte”. Las discusiones se resolvían desenfundando armas de fuego. “Si bien en una consulta general se acordó salir de este lugar cruzando el Estrecho de Magallanes rumbo a la costa del Brasil con destino a Inglaterra, nos encontramos con que a pesar de ello la tropa está dividida en partidos, lo cual tiene como consecuencia necesaria la destrucción de todo el cuerpo; y también ha habido grandes robos cometidos a los suministros…”
Después la tropa se amotinó, revocó el mando del capitán y puso como jefe al teniente. Pero, los padecimientos continuaron por mucho tiempo más todavía.
La expedición británica había iniciado su viaje en setiembre de 1740 y su derrotero por aguas australes “estuvo marcado por terribles calamidades desde su partida (…) Expedición trágica en muchos aspectos y en especial porque una sola de las seis naves que integraban la escuadra sobrevivió y regresó a Gran Bretaña después de una larga travesía de cuatro años alrededor del mundo” (Ricardo Bastida, prólogo del libro op. cit.).
