ldquo;Desde hace algunos días, aquí hay una revolución. Mucha gente llena las calles, los aviones cruzan sobre ella. Para mí esta situación es naturalmente muy desfavorable pues entorpece mis planes y fundamentalmente las esperanzas”, desde la convulsionada Buenos Aires, este día, Günther Plüschov le escribe una carta a su esposa Isot Kempfe, dando cuenta del clima que se vivía en la ciudad, luego del golpe de estado de la víspera que desalojó del poder a Hipólito Yrigoyen.
En esos días, el pionero de la aviación austral estaba intentando conquistar apoyos económicos para solventar una nueva incursión por los cielos patagónicos. Para consumarlo había realizado una película y publicado un libro con sus vivencias por esas recónditas regiones.
Sus intenciones se reflejan en otro párrafo de la carta: “En tiempos normales, ya tendría el dinero del producto de la película y de la venta de libros pero, a pesar de ello, se realizó la premiere de la película y la función festiva en el Aula Magna de la Universidad congregó a una sociedad ilustre que después de cada acto irrumpió en frenéticos aplausos. En el Club Alemán, en presencia del embajador, el presidente me dijo: ‘¡Plüschov, sólo ahora nos damos cuenta de lo que usted ha hecho y sólo ahora lo podemos comprender!’ En los días siguientes aumentó notablemente la venta de libros…” (Roberto Litvachkes. Plüschov Secreto).
Su primera incursión fueguina fue el 3 de diciembre de 1928. Había partido, junto a Ernesto Dreblow, de Punta Arenas rumbo a Ushuaia y sobrevoló la ciudad: “La población entera se lanzó sobre la playa, nadie podía comprender el significado de aquél pájaro de plata en los aires, volando por encima de sus cabezas turbando la calma del espacio con el continuo ronquido de su motor. Hasta en las pequeñas ventanas con gruesos barrotes de los pabellones del presidio los internos se agolpaban para observar a lo lejos el vuelo del pájaro mecánico que zigzagueaba entre las montañas nevadas”.
Al aterrizar, Plüschov entregó al gobernador Juan Gómez, de parte de su colega magallánico, la primera saca de correo transportada por vía aérea. El alemán repetiría dos veces el vuelo a Ushuaia.
El logro del apoyo de los porteños, le permitió consumar el que sería su último vuelo. El 28 de enero de 1931, el avión se precipitó cerca de El Calafate, muriendo ambos pilotos.
