na galleta, que formó parte de las provisiones del explorador antártico Ernest Shackleton, fue vendida a un coleccionista anónimo por 1.956 dólares (1.250 libras) en una subasta llevada a cabo en Londres, según el comunicado de la casa Christie's, difundido este día por la agencia AFP.
No obstante, la empresa organizadora había estimado en un valor de 1.500 libras al probable resultado de la compulsa, al tomar como antecedente lo ocurrido en 2001, cuando otra galleta de esa expedición alcanzó un precio récord de 7.637 libras, en una subasta organizada también por Christie's.
Las galletas, que hasta ahora pertenecían a un coleccionista privado, habían sido halladas en un refugio construido por los británicos en el campo base antártico de la Expedición Nimrod.
La galleta subastada fue una de las miles que integraron las provisiones de los expedicionarios y habían sido fabricadas especialmente por la empresa británica Huntley and Palmers. Este alimento tenía una mayor consistencia calórica, debido al agregado de proteínas de leche, con el fin de suministrar una energía adicional al grupo durante su periplo extremo.
Shackleton comandó una expedición con el propósito de alcanzar el Polo Sur. La incursión antártica se extendió entre 1907 y 1909, y llegó a unos 160 kilómetros del objetivo, pero se vio forzado a renunciar a la misión por las insoportables condiciones que debieron afrontar sus hombres. Cuando emprendieron el viaje de regreso, los expedicionarios tuvieron que conformarse con medias raciones para no morir de hambre.
En ese momento particularmente difícil de la aventura antártica, Shackleton, cedió parte de su ración a un compañero, que luego escribió en su diario: "Esta galleta valía todos los tesoros". Este testimonio aportó un símbolo épico al alimento, que se tradujo en libras al momento de la subasta.
Los innovadores métodos de transporte utilizados por Shackleton incluyeron caballos de Manchuria, vehículos motorizados y perros de trineos.
A su regreso, recibió numerosos honores, entre ellos ser nombrado caballero por el rey Eduardo VII. Su patrimonio se incrementó notablemente al recibir una subvención del gobierno.
Tres años después, su récord antártico fue sobrepasado por el noruego Roald Amundsen y por la expedición Terra Nova, quienes pudieron llegar hasta el Polo Sur.
