ste día, Thomas Bridges deja constancia de los once bautizos que realizó y que los registros de Ushuaia ya sumaban ochenta y cinco niños cristianizados. Luego, en una carta enviada a la congregación anglicana, se explaya sobre las calamidades que estaban asolando a los canoeros del Beagle. “Ha habido mucha enfermedad desde la última vez que escribí, especialmente por causa de la escasez. El tiempo inusualmente duro y frío ha impedido que los nativos obtengan la comida que necesitan” (Los indios del último confín).
Menciona el caso de tres muertes, una de ellas, era uno de los bebés bautizados, “entonces en perfecta salud”. Los otros eran hombres afectados por una enfermedad que los paralizaba. “John Marsh y su hijastro, William Walter, casi sucumbieron a la misma enfermedad y otros han estado muy mal (…) Septiembre y octubre son los dos meses más difíciles del año para estos nativos, debido a los molestos vientos, que casi le impiden obtener pescado”.
Por esa razón, se produjo un grave “accidente de canoa. Tres o más canoas salieron de noche en el seno Ponsonby, lanceando gaviotas con antorchas, cuando una fuerte ráfaga del Sudoeste se levantó y seis personas se perdieron, todos estuvieron a punto de la misma suerte, pero los demás fueron resucitados por los buenos oficios de otros nativos. Soplaba temiblemente, estaba demasiado oscuro (…) La extrema severidad del clima en septiembre mató a miles de aves; sólo sobre el techo, que había sido levantado para reparaciones, encontramos trece aves muertas, doce de los cuales eran tordos”.
En una carta anterior, Bridges describió las dificultades de los nativos para lograr alimentos: “al perseguir su caza, sea de guanacos en el monte, sea de lobos en el agua” demostraron una gran fortaleza. Incursionaron por el bosque bajo una intensa nevada, que se extendió durante los cuatro días de cacería, algunas noches regresaron sin nada. “Estaban todos mojados hasta los huesos y para evitar la nieve hicieron un largo rodeo por la playa y tuvieron que chapotear con el agua hasta la rodilla en el mar…”
Otra expedición compuesta por catorce hombres, “estuvieron fuera por cinco días y sólo cazaron cinco animales. Dos noches acamparon en el monte sin abrigo alguno. Una noche fueron empapados por una fuerte lluvia, pero, gracias a Dios, todos están de regreso, pero habiendo sufrido muchas penurias”.
