Por auge de enfermedades venéreas se pone freno a prostitución
El 14 de octubre de 1913

Por auge de enfermedades venéreas se pone freno a prostitución

14/10/2016
E

ste día, el Concejo Deliberante de Trelew aprueba una ordenanza que impone numerosas restricciones al ejercicio de la prostitución.
En los últimos meses, esas actividades se habían expandido en la próspera población chubutense, donde predominaban los descendientes de la inmigración galesa, quienes la habían fundado en 1886. “Hasta ese entonces, el tema de la prostitución, tratantes de blancas, jugadores fulleros, etc., no habían merecido de nuestras autoridades comunales la debida atención, pese a que todo el mundo tenía conocimiento de lo que estaba pasando en esos antros de corrupción” (Matthew Henry Jones. Trelew. Un desafío Patagónico).
Uno de los temas que más había escandalizado a la población era el inusitado aumento de las enfermedades venéreas. Al multiplicarse los afectados, los ediles comenzaron a estudiar “una ordenanza que reglamente el ejercicio de la prostitución, se ordene al médico de la Inspección sanitaria para que informe sobre el estado sanitario de las mujeres inscriptas; que se retire la libreta sanitaria a las que se encuentren enfermas, solicitando al Comisario de Policía quiera ordenar el inmediato abandono de la localidad a las que la Inspección Médica inhabilite para trabajar”.     
Al momento de la aprobación de la ordenanza, las “casas de lenocinio ya ocupaban casi el perímetro de toda una manzana, lo que da una idea de su proliferación, en una población de poco menos de 3.000 habitantes”.
La expansión de la actividad contó con el amparo de la propia gobernación y la jefatura de la policía chubutense que cajoneaban todos los petitorios de los vecinos reclamando una pronta intervención.
El nombramiento de un nuevo comisario en Trelew generó que, con la aprobación de la norma, se impusiera un estricto control a la actividad. El nuevo funcionario “de inmediato se dedicó a realizar una limpieza a fondo de los elementos de mal vivir que existían en el pueblo, obligándolos, si no tenían trabajo, a abandonar el pueblo”. En una ocasión, “al querer ser sobornado por un tratante de blancas, no sólo le arrojó el dinero en la cara, sino que “a fustazos en las espaldas” lo condujo detenido a la comisaría” (op. cit.).
De esta manera, las aspiraciones de los vecinos de la floreciente localidad comenzaron a ser satisfechas por las autoridades locales.

Autor : Bernardo Veksler
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