ste día, el parlamentario conservador Michael Cark Hutchinson pretende convalidar “el cerco tendido por Gran Bretaña sobre las Malvinas convocando a un plebiscito para definir – manifestó- la falta de validez de la pretensión argentina. Quienes concurrirían al plebiscito serían los habitantes equivalentes a los de tres o cuatro grandes casas de departamentos de Buenos Aires. Con tal extravagancia se intentaría quebrar la unidad territorial de nuestro país, lo que como norma general ha sido declarado incompatible con los propósitos y principios de las Naciones Unidas en la llamada Declaración de la Independencia de los Países y Pueblos Coloniales, aprobada en 1960” (Hipólito Solari Yrigoyen. Diario de la CGT de los Argentinos, 5/12/1968).
El despliegue de maniobras llevado a cabo por los personeros de la Falkland Islands Company (FIC) pretendía neutralizar la contundente victoria obtenida por la diplomacia argentina en la Asamblea General de las Naciones Unidas del 14 de diciembre de 1965, durante el gobierno encabezado por Arturo Umberto Illia; que fue respaldada por 94 países, sin votos en contra y con 14 abstenciones; incluyó al conflicto por la soberanía del archipiélago como parte de los necesarios procesos de descolonización y exhortó a la realización de negociaciones para resolverlo.
Entre las iniciativas emprendidas por la FIC, a través de sus allegados, el diputado conservador John Boyd Carpenter, “en una nueva ocurrencia para sabotear las reclamaciones argentinas, solicitó una visita de la reina a las Islas Malvinas para aliviar, según dijo, los temores de la población del archipiélago de pasar a depender de la Argentina”.
El lobby de la corporación malvinera logró que Lord Chalfont, ministro de Estado para las Relaciones Exteriores, visitara las islas. “La empresa intentó preparar en los últimos días un “show” antiargentino en las Malvinas, pero se olvidó de prever que el pueblo no prestaría su concurso a un programa descabellado al servicio de intereses ajenos. La destreza del diplomático británico, con seguridad, le ha permitido descubrir en las mismas islas el revés de la trama” (op. cit.).
En esos días, los gobiernos laboristas de Londres tomaban distancia de los intereses de la FIC y estos llevaban a cabo una intensa ofensiva para preservar sus dominios.
