ste día, parte de Buenos Aires Constantino Davidoff, a bordo del rompehielos Almirante Irizar, rumbo a las islas Georgias para “inspeccionar las instalaciones que sus operarios, de acuerdo con los términos del contrato firmado con (la empresa) Salvensen, debían desmontar en la isla San Pedro. Envió una carta a la embajada británica en Buenos Aires avisando que harían el viaje” para convalidarlo (O.R. Cardozo, R. Kirschbaum y E. Van der Kooy. Malvinas. La trama secreta).
Este traslado revistió una importancia inusitada, debido a “la existencia de dos operativos superpuestos. Uno, la operación perfectamente legal de Constantino Davidoff para el desguace de las instalaciones balleneras (…) según los términos de un contrato firmado en 1979; otro el “Operativo Alfa”, nombre en código para la instalación en Georgias de un destacamento militar, con apariencia de base científica, similar al que exitosamente había logrado aferrar en la isla Thule de las Sandwich del Sur, en los primeros meses del gobierno militar”.
El gobierno laborista evaluó entonces “que una acción británica para sacar por la fuerza a los argentinos de Thule motivaría una reacción de la Junta Militar”, dejando correr la instalación en las Sándwich. Este antecedente disparó la idea en los militares argentinos de repetir la iniciativa ocupando las Georgias y así se gestó el “Operativo Alfa”.
Los vínculos de Davidoff con la Armada se establecieron a partir de los reiterados viajes que realizó a la región austral.
El operativo entró en su etapa de realización, cuando el “9 de marzo, el empresario comunicó a la embajada británica en Buenos Aires que 41 trabajadores irían a las Georgias en un buque que zarpó dos días más tarde”. Al llegar, los trabajadores izaron una bandera argentina. Este acto “había sido previamente convenido por Davidoff con la Armada. Y así se desencadenó el escándalo”, cuando los británicos denunciaron la presencia de militares junto a los obreros en las islas.
Frente a las reuniones diplomáticas de urgencia, “la Armada anunció que daría protección a los trabajadores que se encontraban en la isla, que la reacción británica había sido “muy dura” y que la respuesta del gobierno argentino a “la amenaza sería de similar calibre”.
Estos sucesos pusieron en marcha una escalada que llevó al desembarco de comandos de elite en Georgias y de tropas argentinas en Malvinas.
