Zarpó de Ushuaia el barco que patrullará la Antártida y sus tripulantes pasarán las fiestas en el mar
Fase argentina de la Patrulla Naval Combinada con Chile

Zarpó de Ushuaia el barco que patrullará la Antártida y sus tripulantes pasarán las fiestas en el mar

El aviso ARA “Islas Malvinas” partió desde el muelle militar el viernes a la tarde. Su salida estuvo precedida de un acto donde se conmemoró el 66 aniversario de la creación de la Base Naval Ushuaia. Los 51 tripulantes estarán 45 días embarcados como parte del operativo conjunto con Chile para controlar el tráfico marítimo y la contaminación en el mar antártico. Los marinos y sus familias contaron cómo es vivir separados las fiestas de fin de año.
19/12/2016
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a fase argentina de la “Patrulla Antártica Naval Combinada” (PANC) el operativo conjunto con la Armada de Chile para controlar el tráfico marítimo en la Antártida, comenzó el viernes desde Ushuaia, cuando el aviso ARA “Islas Malvinas” de la Armada Argentina zarpó rumbo al Continente Blanco con sus 51 tripulantes que pasarán 45 días en alta mar, incluyendo las fiestas navideñas y de fin de año.
La partida del buque nacional estuvo precedida de una emotiva ceremonia para conmemorar el 66 aniversario de la creación de la Base Naval Ushuaia y el 42 aniversario del establecimiento del Comando del Área Naval Austral (ANAU) donde asistieron numerosas autoridades militares y civiles, incluida la gobernadora de Tierra del Fuego, Rosana Bertone.
El actual comandante del ANAU, Contraalmirante Luis Enrique López Mazzeo, fue quien impartió la orden de zarpada al comandante del aviso “Islas Malvinas”, Capitán de Corbeta Roberto Lovera, pocos antes de que la tripulación compuesta por los 31 hombres fijos del barco y otros 20 adicionales, entre ellos buzos tácticos, meteorológicos y señaleros, se dirigieran al muelle militar “Ausgusto Lasserre” para iniciar el viaje.
La orden leída a viva voz durante el acto, recordó que la PANC se realiza desde hace 19 años, esta vez entre el 12 de noviembre y el 31 de marzo, con el objetivo de efectuar tareas de rescate y salvamento marítimo, además de control de posibles focos de contaminación ambiental, al sur del paralelo 60.
“Durante estos 19 años se han realizado más de 300 salvatajes y tareas de apoyo a otras naves. Y empezamos este nuevo capítulo en Tierra del Fuego, el lugar desde donde creemos que deben concentrarse todos los esfuerzos para consolidar nuestros derechos sobre la Antártida”, destacó el Contraalmirante López Mazzeo.
Por su parte el capitán Lovera, a cargo del aviso que ya navega hacia aguas antárticas, explicó que el operativo se viene preparando desde hace “varios meses”, ya sea desde el punto de vista logístico como humano, “a través de la conformación de un grupo homogéneo que haga factible los 45 días continuos de navegación en alta mar”, observó.
El otro factor humano es el familiar: los marinos se preparan para separarse de sus principales afectos durante un tiempo prolongado y en fechas sensibles, como lo son las fiestas navideñas y de fin de año.
“Es duro pero es parte de nuestro trabajo. Sabemos desde hace meses que enfrentaríamos esta situación”, señaló Lovera.
La esposa del capitán, Roxana, acudió a despedir a su marido y en el puente de la embarcación confirmó las mismas sensaciones: “es difícil, aunque estamos acostumbrados. Hace 19 años que estamos juntos. Nos pasó varias veces. Es su carrera y mi rol es apoyarlo”, contó.
La mujer recordó que uno de los momentos más complicados es la comunicación en los días de festividades: “no siempre se puede. A veces es por radio y otras por teléfono. Depende del lugar donde estén y de las condiciones meteorológicas”, indicó.
El capitán agregó que el típico llamado de las 12 de la noche es una utopía en plena navegación, porque en general se aprovechan las “ventanas” que otorga el clima y la ubicación.
“Si nos comunicamos a las 5 de la tarde, ese es el momento del saludo. A veces son unas pocas palabras, nada más”, precisó Lovera.
 
“La clave es la convivencia”
 
Por su parte el Teniente de Navío Guillermo Oyarzabal, jefe de operaciones del barco, confesó que cuando regresa a casa después de una prolongada navegación, su hijo de un año y cuatro meses tarda un tiempo en reconocerlo y en  volver a entrar en confianza con él.
“No tarda mucho, pero es un indicador de cómo le impacta la ausencia. Se da cuenta”, explicó el militar.
Oyarzabal vive en Ushuaia junto a su familia, pero su mujer y su hijo aprovechan la misión antártica para viajar a Buenos Aires y pasar las fiestas navideñas con otros familiares afincados allá.
Es el cuarto viaje del marino a la Antártida: ya lo hizo como cadete en el Rompehielos Almirante Irizar, en el aviso Suboficial Castillo y una vez en el aviso Islas Malvinas, durante el verano pasado.
“La clave es llevarse bien en el barco. Evitar el desgaste, las fricciones, los roces. Y no quedarse con lo negativo, sino disfrutar del trabajo que elegimos y para el que nos preparamos”, destacó el teniente.
También contó que en los viajes antárticos, la navegación puede tornarse muy difícil, como “el verano pasado, cuando nos sorprendió un temporal con vientos de más de 100 kilómetros por hora en el mar de la Flota”, o cuando “nos encontramos con hielo que sobrepasa la capacidad de maniobra del barco”.
La patrulla combinada atiende posibles emergencias en alta mar, aunque sus buzos también se sumergen en las gélidas aguas antárticas para verificar que no haya escape de hidrocarburos en las zonas donde hay registrados hundimientos.
Los buques que se dirigen a la zona, atraviesan el temido Pasaje de Drake, un lugar con viento permanente del oeste, de alta intensidad, que levanta olas gigantes y que muchas veces “nos hace soportar situaciones extremas o modificar nuestro rumbo”, rememoran los marinos del aviso argentino.
La embarcación que partió de Ushuaia a las 17.45 y que demorará 48 horas en llegar a la Antártida, donde relevará al remolcador chileno “Lautaro”, también contrasta los sentimientos de quienes están a bordo, y de sus familiares que quedan en tierra.
“Apoyo su trabajo pero nunca navegaría. Estoy un rato en el mar y me mareo”, admitió Roxana, la esposa del capitán Lovera.
“Mi mujer sabe que disfruto esta tarea. Se casó con un marino, y esto es lo que hacemos”, consignó el capitán Oyarzabal.

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