ste día, la Comunidad Indígena Rafaela Ishton reclama al Museo de La Plata la restitución de los restos humanos de Capello o Seriot y un N.N. femenino que habían sido identificados en esa institución.
Dos años antes, la Comunidad Fueguina Yagán de Bahía Mejillones, Puerto Williams, había realizado un pedido similar reclamando por la devolución de los “restos de cinco yámana – yagán (…) para ser devueltos a su tierra y darles el descanso que les merece” (Colectivo Guías. Fueguinos en el Museo de La Plata: 112 años de ignominia).
Seriot había sido fusilado por la policía fueguina en Harberton en 1897. “Sus restos son entregados en 1898 por el Coronel (Pedro) Godoy al Museo de La Plata en carácter de donación (…) Fue utilizado como material de estudio por la cátedra de Métodos y Técnicas en la Investigación en Antropología Biológica hasta el 2006”.
El selk´nam mereció un capítulo del libro En la Isla del Fuego, del salesiano Juan Belza, titulado “Capelo, el ona guerrillero”. Allí, describió la reacción del nativo frente a reiteradas arbitrariedades de las autoridades y los crímenes que se le adjudicaron sin suficientes pruebas.
Ante esa suma de acusaciones, al enterarse de su presencia en Harberton, el comisario Ramón “Cortés viaja desde Ushuaia con un pelotón de policías armados que toman el campamento de forma sorpresiva y aunque están desarmados los fusilan” (op. cit.). “Al instante, uno de los vigilantes, haciendo fuego a quemarropa, hirió de muerte a Capelo. Otro de los indios fue preso y el tercero, que intentó escapar, fue baleado” (Enrique Inda. El exterminio de los onas).
Finalmente, los restos óseos de cuatro integrantes del pueblo shelk´nam, “entre ellos el del mítico Capelo”, fueron restituidos, en abril de 2016, a la comunidad “Rafaela Ishton”.
La directora del museo platense, Silvia Ametrano, explicó que "los restos de Seriot (…) fueron enviados a Francisco Moreno (el explorador y académico conocido como Perito Moreno) en el marco del criterio decimonónico que imperaba en la época y por el cual los restos de comunidades no europeas podían ser estudiados para comprender la evolución del hombre (…) Los otros restos llegaron después y, bajo ese criterio, formaron parte de las colecciones con fines de análisis, de estudio y hasta de enseñanza" (El Diario del Fin del Mundo, 18/4/2016).
