ste día, sufre un atentado y muere el periodista Abel Chaneton, columnista destacado del diario “El Neuquén”, medio del que había sido fundador y que llegó a convertirse en el diario más popular de la región.
Chaneton durante el último año había soportado “amenazas e intimidaciones, siempre instándolo a que deje de hablar” de una serie de arbitrariedades protagonizadas por uniformados en los operativos realizados para apresar a los fugados de la cárcel el 23 de mayo de 1916.
La cárcel contaba con apenas 12 penitenciarios para controlar a 162 reclusos. Esto fue aprovechado y “los presos escaparon sublevándose en contra de un sistema carcelario inhumano y corrupto” y se produjo una fuga masiva que generó una gran inquietud en toda la región (Ernesto Maggiori. Historias de frontera).
Un grupo se apropió de caballos y emprendió la huida hacia la zona cuyana, pero fue capturado en el paraje Vista Alegre. Los prófugos fueron “devueltos a prisión, sanos y salvos”. Otro grupo fue intimado a rendirse y fue reducido mayoritariamente, pero dos de ellos intentaron huir y fueron acribillados por los policías. Un tercer grupo se dirigió hacia la frontera y logró hacerlo dispersándose, su recaptura demandó varios años.
“El grupo más numeroso vagaba por la pampa de Loncoluán en dirección a Zainuco. Liderados por el preso Sixto Ruiz Díaz, el trágico desenlace del que serán protagonistas, retendrá en la memoria histórica el nombre del paraje (La Tranquera) como referencia de muerte. Eran 17 los evadidos que ese atardecer se refugiaron en una casa del valle, para tratar de reponer fuerzas y luego seguir. La caballada es detectada por un piquete policial, y para la mañana siguiente la casa ya estaba rodeada. Los agentes estaban al mando del sargento Vivot”, que sorprendió a los fugados. “Durante el tiroteo muere Ruiz Díaz y el resto se entrega. La policía toma la casa y comienza a preparar a los presos, para ser trasladados a caballo hasta la prisión (…) mientras estos eran asegurados a las monturas, un segundo grupo aprovechó un descuido de los policías, para apoderarse de unos fusiles e intentar escapar por las bardas. Lo cierto que fueron ultimados a balazos”.
Ante la falta de esclarecimiento judicial, el mencionado diario siguió el caso y denunció la impunidad. Chaneton pagó con la vida por su perseverancia.
