ste día, el comandante del navío holandés “Arent” dispone que un bote se dirija a la costa de la península Hardy, al sur de la isla Hoste, para tomar contacto con una parte de la tripulación que había quedado aislada en tierra debido a un temporal, cuando estaban acopiando provisiones para capear las dificultades alimentarias que tenían. Al llegar a la costa se encuentran con un macabro panorama: “solamente dos hombres con vida, de los 19 que habían quedado a pasar la noche” (Pablo J. Gallez. Revista Karukinka N°11).
Al recabar información sobre lo ocurrido, “los sobrevivientes explicaron que, al anochecer, “los salvajes habían asesinado a los otros diecisiete hombres con palos, hondas y picas, sin que ningún holandés les hubiera hecho daño. Pudieron realizar esta matanza, porque los marineros iban desarmados”. En la playa se hallaron solamente cinco cadáveres, entre los cuales estaban el jefe timonel y dos jóvenes habían sido despedazados. Los indígenas se habían llevado a los otros holandeses “para comérselos””.
“Los salvajes aparecieron en la aguada, y se mostraron amistosos”, testimoniaron. Los holandeses habían tenido contacto y relaciones pacíficas con ellos durante los días previos, por esa razón se vieron sorprendidos por el cambio de actitud del grupo yagán.
“Al enterarse de estas noticias, el almirante dio la orden de que cada bote que fuese a tierra llevara de ocho a diez soldados para su protección contra los salvajes. Pero a partir de ese día no hemos vuelto a encontrarnos con ellos. Por la noche surgió una tempestad del oeste”.
Estos hombres eran parte de la expedición comandada por Jacques L´Hermite y Geen Huygen Schapenham que, además de explorar el confín americano para dotarse de conocimientos navieros en su tránsito hacia Oriente, se proponía desalojar a España de su posesión en Perú y establecer contacto con los araucanos para sumarlos a una causa común.
Su paso por el Cabo de Hornos fue sumamente traumático, debido a la sucesión de temporales que hicieron que estuvieran navegando a ciegas durante gran parte de su recorrido.
“La Flota Navásica se componía de once barcos, 1637 hombres, incluso 600 soldados repartidos en cinco compañías, y 294 cañones. Era la armada más poderosa que jamás se hubiese acercado a la América del Sur”. (op. cit.).
