ste día, comienza una investigación judicial, ordenada por el juez Letrado del Territorio, sobre la denuncia formulada por el padre contra su yerno por violación de su hija menor. La causa se tramita en Río Gallegos debido a que por entonces no existían tribunales en Tierra del Fuego
El proceso se inicia a raíz del parto y nacimiento de un niño en el domicilio de la familia de Ushuaia. Según el padre se enteró “por habérselo manifestado su propia hija (…) que la primera vez que tuviera contacto carnal con el” tío fue “en circunstancia que se encontrara durmiendo en casa de” su yerno, “ocasión que aprovechó éste para hacer uso de ella contra su voluntad; que hace más o menos cinco meses que había notado el embarazo de su hija…” (Arnoldo Canclini. Indios, Policías y Agitadores).
La joven violada había nacido en Magallanes en agosto de 1921.
Las controversias surgen a partir del testimonio de la hermana de la muchacha y esposa del supuesto violador, quien en el desarrollo del expediente declaró que al regresar de un viaje a la Capital Federal se encuentra con su hermana embarazada “y al interrogarla con quien había mantenido contacto carnal le manifestó que había sido con un tal Mario Urquijo; que últimamente cuando ésta diera a luz le volvió hacer la misma pregunta respondiéndole que el padre de su hijo era el esposo de la exponente y que posteriormente rectificábase de su dicho manifestando a veces que el autor eran un tal Ricardo Salazar y otras veces un tal Lucas Méndez”. También aclaró “que durante el tiempo estuvo a su cargo viviendo en casa de la exponente y que nunca vio entre su esposo y su hermana nada anormal”.
Al declarar el acusado, dijo que ante la ausencia de su esposa fue a la casa del suegro y le solicitó permiso para que la joven “fuera a su casa con el fin de hacerle dulce de manzana, permiso que fue accedido quedando esa noche” a dormir en su casa.
Del juicio se desconoce el resultado. Canclini utilizó nombres de fantasía para referirse a los personajes participantes del proceso judicial para preservar las identidades de los protagonistas de la historia, que continuaron viviendo en Ushuaia y sus apellidos eran muy reconocidos. No obstante, el historiador informó que “el procesado (…) tuvo una numerosa familia” y “la víctima, también continuó su vida, se casó y tuvo mucha descendencia” (op. cit.).
