a edición de este día del matutino “The New York Times” alude a la presencia de un grupo de nativos patagónicos en la Feria de Saint Louis y llama la atención del cronista la particular relación de la tehuelche Lorenza con Kak, un “perrito sarnoso, que tenía la apariencia de haber sido desollado” y que “la mujer lo trataba como si fuese sagrado” (Norma Sosa. Cazadores de plumas en la Patagonia).
“Kak se hizo popular, fotografiado por Jessie Tarbox Beals y siendo nota de tapa del “The St. Louis Republic”, posando entre su dueña y una pequeña mujer ainus en la Exposición”.
El amor que expresaban los tehuelches por sus perros se manifestó en la decisión de Lorenza de llevarlo “escondido bajo su manto en una travesía de 10.000 millas a bordo del “Celtic” para llegar a Missouri”.
El Perito Moreno había hecho una descripción de la numerosa presencia de perros en las tolderías y del estrecho vínculo que establecían especialmente las mujeres con los “pelados”, como los llamaban: “…son los compañeros indivisibles, los favoritos de las chinas, que los tienen continuamente en sus faldas, los cuidan, los acarician como hijos; son los únicos compañeros de las viejas; no pueden figurarse qué tonteras llegan a hacer por estos animales, hasta sacrifican caballos y yeguas á los espíritus cuando están enfermos…”
Otro viajero, Agustín del Castillo, sostuvo que en las conversaciones de los nativos patagónicos versaban siempre sobre caballos, perros, caza y hazañas: “Cada habitante conoce por lo regular la rama genealógica de sus caballos y perros, sintiendo particularmente por estos últimos un cariño entrañable, por eso viven, duermen y comen con ellos haciendo, casi puede decirse una vida común, a tal punto que no puede inferirse a un pampista mayor ofensa que decirle que uno de sus perros es feo o malo, que no corre bien o cualquier cosa que pueda disminuir su mérito”.
George Chaworth Musters describió a los perros de las tolderías como “de pelo corto”, conocidos como el “galgo tehuelche”. Otros hablan de “una cruza de lebrel con bulldog” o “mezcla de mastín, galgo y ovejero común (…) Generalmente tienen paladar negro; las orejas siempre erectas y el hocico puntiagudo (…) aunque era más frecuente el animal de pelo rudo y ralo, más bien corto (…) todos con una mirada salvaje y lobuna que poco invitaba a la confianza” (op. cit.).
