Empieza una larga noche para belgas perdidos en la Antártida
El 17 de mayo de 1898

Empieza una larga noche para belgas perdidos en la Antártida

17/05/2017
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ldquo;La claridad de los días se reducía, hasta que llegó una fecha muy temida para nosotros: el 17 de mayo. Desde esa fecha hasta fines de julio sería la larga noche de la Antártida”, así recordó el belga Max Van Rysselberghe su vida a bordo de la “Bélgica”, comandada por Adrien de Guerlache, después de quedar atrapada por los hielos, el 10 de marzo, y la posterior llegada del invierno, que los dejó en la obscuridad más absoluta y aislados del mundo por varios meses.
La vida en esas condiciones extremas  no resultaba sencilla: “La iluminación dentro del barco era deficiente. Aquello parecía una capilla mortuoria. El aburrimiento era general, los ánimos estaban deprimidos. La ausencia de los rayos solares nos entristecía, al par que nos debilitaba el organismo. Sin embargo seguimos todos unidos, en perfecta camaradería” (Revista Impactos N°89).
Van Rysselberghe se había embarcado en la expedición cuando apenas contaba con 18 años, para cumplir la función de segundo mecánico. En sus recuerdos refleja la casi inexistencia de la etapa adolescente para los jóvenes de la época: “A los 13 años de edad me había embarcado como grumete a bordo de un gran transatlántico que viajaba a Nueva York”.
Entre los miembros de la expedición se encontraba Roald Amundsen, “que años más tarde, cuando se dirigía a descubrir el Polo Norte, se enteró que se le habían adelantado. Cambió el rumbo y descubrió el Polo Sur”.
El navío quedó atrapado en medio de un sólido témpano, que demandó mucho más tiempo que el previsto para que perdiera su consistencia y pudiera liberarse. Recién en “la noche del 13 de febrero, estando de guardia, oí un ruido extraño. Un rato después noté algunas fisuras. Se acentuaron los movimientos y nuestro canal daba señales de participar en él”.
No obstante, pasaron varias semanas más hasta que la “Bélgica” pudo volver a navegar: “El 14 de marzo se abrió el pack lo suficiente para navegar por él y salir a alta mar. Detrás nuestro, sobre la inmensa sábana de hielo y nieve, se recostaba dulcemente a morir la tarde. Después vinieron violentos temporales que estuvieron a punto de estrellar a la “Bélgica” contra un amontonamiento de arrecifes” (op. cit.).
Días más tarde pudieron arribar a Punta Arenas, cuando la población entera se hizo presente en la costa para ver como avanzaba un “barco fantasma”, sin mástiles y casi desmantelado.

Autor : Bernardo Veksler
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