uando se hacía inminente el fin de la Guerra de Malvinas, los pobladores vivían con zozobra las horas finales del conflicto. En esos momentos, una médica se entrevista con las autoridades argentinas para solicitar a los británicos medidas que preserven a la población civil de Puerto Argentino.
La flota británica se encontraba en las cercanías de la ciudad, con el fin de atacar puntos clave de la defensa argentina. A pesar de sus cuidados para no dañar a los civiles, el buque “HMS Avenger” lanzó un proyectil que alcanzó una vivienda. Ese “fuego amigo” provocó la muerte de los únicos tres civiles que perdieron la vida en la Guerra de Malvinas.
Ese día, “la cadena BBC informó que se había creado un sitio seguro para los civiles isleños, en torno a la catedral, alejada del centro de la ciudad. Sin embargo, esa información no era real y la desesperación de la doctora Alison Bleaney” la impulsó a actuar. “Ella sabía que los isleños no estaban donde creía la flota y debía transmitirlo a las autoridades (…) corrió entre los fogonazos de combate hasta el centro de comunicaciones argentino e insistió a las autoridades para que le permitiesen hablar con los británicos. Algunas publicaciones indican que llegó a hablar con Mario Benjamín Menéndez, gobernador de las Islas”. (Alicia Panero. El Federal Online).
La iniciativa de la mujer “dio resultado y hubo una conversación telefónica” entre Menéndez y Leopoldo Galtieri. “Los isleños temían al plan que los británicos tenían para recuperar Puerto Argentino”. El alivio llegó cuando Menéndez “acordó el alto el fuego”.
Alison fue considerada por los isleños como una heroína por su actuación en pos de la seguridad de las vidas de sus vecinos y fue condecorada por esa acción.
Alicia Panero autora de “Mujeres Invisibles”, confrontó estos homenajes con los que recibieron las mujeres argentinas. “A algunas de nuestras mujeres de la guerra les costó media vida que la sociedad las conozca y aún esperan el reconocimiento de las Fuerzas Armadas que las llevaron a la guerra, siendo militares, enfermeras, comisarios de a bordo, radio operadoras, civiles voluntarias, jóvenes de escuelas secundarias de todas las ciudades de la Patagonia; muchas de ellas no son conocidas y mucho menos han recibido algún reconocimiento. Apenas hay algunos tímidos proyectos de reparación…”
